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Espacio de opinión de Canarias Ahora

¿En qué quedamos?

Antonio Morales

Ya conocen la historia, pero quiero empezar este texto recordándoles lo más significativo de una crónica de amores interesados. Hace unas semanas el periódico La Provincia y el Círculo de Empresarios tiraron de un hilo argumental trazado en el blog del lobbie empresarial (lo quisieron revestir de informe para tratar de darle más empaque) y llegaron a la conclusión de que aunque “es ahora cuando (Gran Canaria) está empezando a recuperar el pulso con la mejora de determinados indicadores que dibujan en el horizonte que el desigual crecimiento de los últimos años (entre las dos islas capitalinas) podría corregirse en los próximos ejercicios”, en las últimas décadas (presididas por el PP en el Cabildo en un 80 %, por cierto) se ha producido un avance socioeconómico en Tenerife y un retroceso en Gran Canaria. E iban más allá: según ellos en esta isla redonda no se puede hacer nada, invertir nada ni desarrollar nada debido a que no existen nada más que obstáculos, trabas administrativas y “lastre político”. Por eso “desde hace más de una década, Gran Canaria ha cedido su condición de motor económico del Archipiélago. No solo en términos de pérdida de liderazgo e influencia política, sino sobre todo en el desarrollo y bienestar social”.

Una semana antes, La Opinión de Tenerife (periódico del mismo grupo editorial que el de La Provincia) reforzaba esta tesis llevando a portada y a cinco columnas que “Gran Canaria admite que Tenerife tiene un mayor empuje económico”. Parece ser que allí no hay trabas y que el Cabildo invierte mucho más.

Y echan mano unos y otros de un catedrático jubilado de la ULL, José Ángel Martín, que afirma que el Cabildo de Tenerife ha sido el motor económico de su isla y que su “inversión en infraestructuras y equipamientos ha sido superior a la de Gran Canaria. El Cabildo de Tenerife ha sido más productivo que el de Gran Canaria que también ha estado condicionado por el peso de la capital”. Y pasan de puntillas sobre el informe de la CCE en el que señala que entre 2008 y 2011, los años más duros de la crisis, el Gobierno de Canarias invirtió una cantidad superior a los 200 millones de euros más en la provincia occidental que en la oriental.

Al momento, Carlos Alonso se mostró caritativo y dispuesto a “mostrar al Cabildo de Gran Canaria la clave del éxito del dinamismo de Tenerife” y unos días más tarde Ricardo Melchior, expresidente insular, afirmaba en un titular en el Diario de Avisos que “Tenerife supera a Gran Canaria desde 2001 por las inversiones acertadas que hicimos desde el Cabildo”. Y dice más en el interior de ese diario el pasado 18 de abril: “Desde 1999, (el Cabildo tinerfeño) invertía del orden de 10.000 millones de pesetas más al año que el Cabildo de Gran Canaria, que prefería invertir en otras cosas, y era quizás menos eficiente. En 10 años eso son 100.000 millones de pesetas. Y eso sí que es un motor de la economía, que funcionó”.

Por supuesto, y aunque los datos no se referían negativamente a mi etapa como presidente del Cabildo grancanario, me vi obligado a aclarar que más allá de los desequilibrios en las inversiones por parte del Gobierno de Canarias, de que se nos esconda el dato de lo que se recauda en Gran Canaria y del inflado de los censos poblacionales en la capital tinerfeña, entre otras cosas, en el último año y medio la inmensa mayoría de los indicadores de progreso económico son claramente favorables a esta isla. Obvian que Gran Canaria es la isla donde se ha producido un mayor aumento del número de turistas (5 % de media superior a Tenerife); que el gasto turístico y la estancia media es mayor en Gran Canaria; que la variación interanual de cruceros es de un 79,53 % y la media de Canarias es del 53,42 %; que lideramos el proceso de renovación turística; que hemos facturado un 15 % más de ingresos turísticos frente al año anterior; que tenemos casi un punto menos de hogares bajo el umbral de la pobreza; que tenemos mejores índices de confianza empresarial; que los índices de crecimiento de la exportación de plátanos han aumentado en Gran Canaria en un 13,47 % frente a un 4,39 en Tenerife; que tenemos un consumo energético mayor; que el aeropuerto de Gran Canaria mueve tres millones más de kilos de mercancías que los dos de Tenerife; que el Puerto de La Luz y de Las Palmas es muy superior en cruceros, mercancías y contenedores a los tinerfeños; que los superamos en más de cinco mil matriculaciones de vehículos particulares, aunque sea éste un indicador que no me gusta especialmente; que en importación y en exportación nuestros datos son muy superiores; que el incremento de transacciones inmobiliarias ha sido casi seis puntos más alto aquí; que en vivienda libre los precios son mayores en esta isla…

Además de señalar estos indicadores publiqué un artículo en el que hacía la siguiente reflexión: “Y cuando dicen que el Cabildo de Tenerife ha hecho un mayor esfuerzo inversor que el de Gran Canaria, permítanme que haga las siguientes preguntas. ¿Más inversiones en qué? ¿En carreteras? ¿En polígonos industriales? ¿En desaladoras? ¿En depuradoras? ¿En renovables? ¿En desarrollo industrial? ¿En desarrollo comercial? ¿En desarrollo agroindustrial? ¿En desarrollo portuario? ¿En infraestructuras culturales, deportivas, sanitarias…? Está meridianamente claro que eso no es así”.

Desde luego, las informaciones que han ido surgiendo en la prensa tinerfeña en los últimos días parecen darme la razón. Les señalo algunos ejemplos significativos. El pasado 9 de abril el consejero de Aguas del Cabildo tinerfeño apuntaba que “la depuración de aguas en la isla es una asignatura pendiente”. El domingo 23 el periódico hermano de La Provincia, La Opinión de Tenerife (el que tituló que Gran Canaria reconocía un mayor empuje económico de la isla del Teide), publicó un editorial (Tenerife necesita otro impulso) en el que afirmaba que “Por tanto, es urgente priorizar obras y esta vez le tiene que tocar a Tenerife por ser la isla con mayores deficiencias estructurales. Tenerife padece un retraso alarmante en cuanto a dotación en equipamientos e infraestructuras básicas (…) Con unos presupuestos estatales expansivos para Canarias hay que priorizar obras y esta vez tiene que ser Tenerife la privilegiada”. Es la misma tesis que mantiene la patronal provincial de la construcción tinerfeña (Fepeco) que considera preocupante el estado y la dotación de las infraestructuras básicas tinerfeñas y reclama unidad de acción para iniciar ya obras en la isla. En un manifiesto titulado “Es el momento de Tenerife. Todos unidos” la patronal tinerfeña pide unidad de acción e insiste en señalar que “no ejecutar ahora determinadas obras básicas y estructurales, necesitará de un esfuerzo mayor en el futuro, tanto financiero como de estricto coste económico, que puede hacer que su ejecución sea irrealizable en el futuro”.

¿En qué quedamos? ¿Lo necesitan realmente y lo que afirmaban sobre la presunta supremacía era falso? ¿Invirtieron muchísimo y lo tienen todo y las últimas manifestaciones son solo una campaña para presionar y conseguir más inversiones por encima de Gran Canaria? ¿Qué dicen a todo esto nuestras patronales empresariales?

Y luego está la otra parte, la afirmación torticera, irresponsable y desmotivadora: en Tenerife todo va como una tralla y en Gran Canaria solo se producen dilaciones administrativas y políticas. Pues de nuevo va a ser que no. Que tampoco esto es cierto. Y pongo solo algunos ejemplos de rechazos de la sociedad civil e instituciones como el propio Cabildo tinerfeño o ayuntamientos, a distintas infraestructuras en la isla: la urbanización de El Rincón, el tendido eléctrico de Vilaflor, los PGO de Santa Cruz y La Laguna, el mamotreto de Las Teresitas, el puerto de Granadilla, la regasificadora, la ampliación de Los Rodeos, los pelotazos de Las Teresitas y del barranco de Güimar, las turbinas de Chio, las expropiaciones de San Andrés, el Valle de Las Huertas y el Suculum, el campo de golf de Teno… En la misma entrevista que cité antes del Diario de Avisos, Ricardo Melchior apunta en ese sentido: “determinados noes son buenos, pues hacen que las administraciones públicas y los promotores privados tengan en cuenta un vector importantísimo, que es el de la sostenibilidad…Y quien quiere a su tierra y le duelen que se cometan atentados ecológicos y medioambientales, muchas veces dice no a muchas cosas (…) Algunos noes han sido muy positivos para contribuir a mejorar algunos proyectos”.

Lo dicho. ¿En qué quedamos? Por lo pronto, desde el Cabildo de Gran Canaria hemos puesto en marcha un ambicioso plan de 244 millones de euros (42.000 millones de pesetas) en infraestructuras y equipamientos y estaremos atentos a las inversiones del Estado para que no se sigan produciendo desequilibrios a pesar de las presiones externas y colaboracionismos internos.

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