Recojan la mesa

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La pandemia le ha venido bien al PP y a la reina de Inglaterra para evitar unas cenas de Navidad que se antojaban muy atragantables. La familia del Partido Popular está tan enemistada como la familia real británica, donde unos miembros desprecian a otros y los llaman de todo menos bonitos. 

La reina de Inglaterra encontró un buen subterfugio en la pandemia para anular su tradicional cena de la familia real, donde un nieto pone a parir a su hijo y la mujer de ese mismo nieto echa pestes de sus cuñados a través de entrevistas televisivas realizadas al otro lado del charco.

En Madrid la pandemia ha salvado por la campana al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ya que se ha servido de ella para justificar la suspensión de todas las cenas de Navidad del partido, aunque algunos municipios de la organización hayan hecho caso omiso a su orden. 

Las cosas en el Partido Popular están aún peor que en la familia real británica porque no esconden sus inquinas y enfrentamientos bajo un protocolo engañoso de falsa amistad. A Casado le ha venido de perlas los estragos que está haciendo el virus porque de esta manera ha podido justificar la anulación de una cena en la que tendría que compartir mesa y mantel con Isabel Natividad Díaz Ayuso, su contrincante más peligroso, más aún que Pedro Sánchez. 

Cada día que pasa nos enteramos de más peleas internas entre los populares madrileños y los de la cúpula de la calle Génova. Suspender la cena de Navidad ha sido un golpe directo en la nariz de Ayuso porque ella siempre ha vendido durante la pandemia la libertad de poder ir a una terraza a tomar una caña con berberechos a falta de un buen bogavante. Terrazas sí y cenas no. 

De paso, Casado ha echado por tierra la política sanitaria de su partido durante esta pandemia, especialmente en Madrid, donde la presidenta de la Comunidad se ha hecho más famosa que Belén Esteban por defender la apertura de los bares y restaurantes, algo que han celebrado sobremanera los restauradores y los trabajadores hosteleros, además de una buena pila de madrileños que prefieren los bares a los museos y bibliotecas. Eso son muchos votos, unidos a los desertores de Ciudadanos y que se han pasado en masa al Partido Popular. Al final volvieron al redil.

Esa política por la que se ha hecho célebre la presidenta de la Comunidad se la ha cargado el presidente de su partido en un santiamén. Casado, con su decisión, ha desautorizado la política sanitaria de Ayuso después haber presumido corporativamente de lo que hizo la presidenta de la Comunidad antes de su última victoria electoral. Última y por ahora única ya que hay que recordar que en 2019 las elecciones en la Comunidad de Madrid las ganó el socialista Ángel Gabilondo.  

Casado, acongojado y acojonado por la competencia desleal que le hace Ayuso, ha disparado en el pie de su correligionaria recordando los muertos y contagiados que sigue produciendo el coronavirus en la actualidad. Con eso viene a decir que la política de Ayuso al respecto ha sido temeraria e inadecuada. O eso o que él no tiene ninguna autoridad dentro del partido y se caga por patas ante la señorita Pepis.

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