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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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San Petróleo, patrón de los arrodillados

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De los pueblos arrodillados, de las gentes avasalladas, San Petróleo, patrón del servilismo. Como todos los grandes recursos, el petróleo esclaviza. No hay que ser experto en geopolítica para conocer lo que la extracción de crudo supone a los países petroleros. Ignoro qué planes tienen Repsol y el Estado para Canarias si al final imponen su empeño de prospectar los fondos y encuentran algo valioso a sus intereses, si llamarán timoratos al timbre de la OPEP, si nos alinearemos con rusos o tejanos o si copiaremos el modelo noruego. Efectivamente, el asunto del oro negro produce riquezas disparatadas, eso sí, al accionariado de las gigantes petroleras, no crean ilusamente que revierte en mí o en ustedes, lo que produce es más desigualdad económica y social. Si les apetece pueden hacer un repaso al listado de países productores y decidir cuál es un modelo a imitar en cuanto a equidad, ¿Rusia, Irak, Nigeria? Obviaré Noruega porque no creo que nadie sea tan irracional para pensar que nos podemos parecer estructuralmente en algo a los escandinavos. Los recursos energéticos acaban siendo dictadores económicos, porque la compañía privada decide y el Estado obedece, es el principio básico del capitalismo, en que la desigualdad es la raíz del sistema. Esto ocurre a todas las escalas, porque es cierto que aquí no hablamos de una futurible producción brutal, no, a lo sumo produciríamos un chingo comparados proporcionalmente con el mercado global, nunca seremos Libia, pero aún así, aún siendo una cuestión menor, es Repsol quién tendrá la sartén por el mango y el Archipiélago quien aguantará las mareas y la incertidumbre de vivir al lado del continente africano y su convulsión político militar teniendo apetecibles torres extractoras en el mar, porque, por cierto, no olvidemos que el petróleo también genera conflictos bélicos, pero no nos pongamos alarmistas.

San Petróleo, patrón de los arrodillados. En Canarias tenemos un gran devoto que habla en calidad de Ministro de Industria, Energía y Turismo. José Manuel Soria ha decidido dejar el sentido común, postrarse ante los petroleros y convertirse en vocero de Repsol, en algo así como una especie de relaciones públicas que presente las bondades de este modelo de explotación y gestión privada propuesto. Últimamente ha hecho divertidas declaraciones. Qué gran hombre, debió pensar que el pueblo estaba aburrido y alpargatado con esto de los calores y el descanso político estival y por eso ha lanzado una serie de simpáticas opiniones que alegren un poco el cotarro. Gracias, sinceramente. Cada nueva perla del ministro debe suponer un espaldarazo a la oposición hacia esta imposición. Considera que ser crítico es mera “pose”, así como que la extracción de crudo no sólo aportará un gran número de puestos de trabajo sino nuevas oportunidades turísticas, apoyando tales revelaciones en el modelo de desarrollo de Arabia Saudí. Ni más ni menos.

El petróleo ha supuesto grandes riquezas, grandes pobrezas y grandes desastres ambientales, eso lo sabemos, ahora necesitamos que nos digan por qué debemos creer que esta industria, gran desestabilizadora de la balanza económica, social y ambiental global, va a convertirse en dadora de la felicidad sin cortapisas, que nos expliquen mediante qué mecanismo desconocido el sistema económico actual va de golpe a derramar sus beneficios como un maná sobre la ciudadanía. Repsol no es ni Unicef, ni Acnur, ni la FAO, tampoco Soria es un dadivoso visionario, de momento es un hombre que se dedica a hacer chistes malos y a ignorar a la oposición popular y a sus representantes políticos en Lanzarote y Fuerteventura.

Que nos traten como a tontos y tontas es algo a lo que desgraciadamente nos hemos acostumbrado, y ya casi no nos alarmamos con ocurrencias y justificaciones tan delirantes, al revés, nos hace cierta gracia, y eso es un problema de normalización del disparate que está sepultando nuestra capacidad de respuesta.

Yo a San Petróleo no pienso encenderle ni media vela, que se la pongan los creen que creen en él y esperan que me lo crea.

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