Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ni me toques
El mundo al revés. Los conejos contra las escopetas. A las víctimas no se les ayuda sino se les empapela. No solo se les echa de sus casas por pobres, no por morosos caraduras, sino que encima se les criminaliza.
En pocos días hemos escuchado a varios dirigentes del PP, el partido gubernamental, insultar a los afectados por las hipotecas por manifestarse frente a sus domicilios con la intención de contarles sus problemas.
El PP gobierna con mayoría absolutísima y por lo tanto tiene la responsabilidad de resolver esos problemas de los ciudadanos, que para ello le pagan con sus impuestos.
Sin embargo, nuestros empleados se reviran, no quieren que se les moleste y piden que los apestados ciudadanos, los contribuyentes, sean apartados a 300 metros por si les contagia alguna extraña enfermedad aviar.
Los gobernantes no quieren escuchar los problemas de nadie. No quieren que nadie les moleste mientras ven en su casa una película de Mel Gibson o un partido entre el Real Madrid y el Rayo Vallecano.
Los políticos colocan en la puerta de su suite el cartel de “no molesten” o de “hagan la habitación” mientras tratan a los electores como al personal del servicio. Se equivocan: son los cargos públicos los que están ahí para servir a sus electores y no al contrario.
Pertrechados en su trinchera de lujo y moqueta, aislados del mundanal ruido en su mundo de Yupi, solo tienen palabras ofensivas contra los que sacrificada y fatigosamente les pagan su pingüe sueldo.
La delegada del Gobierno en Madrid tilda a los afectados por la hipoteca de etarras, la secretaria general del PP los llama nazis, la vicepresidenta del ejecutivo se parapeta en su hijo pequeño y Sigfrid Soria ofrece hostias por doquier igual que Bush regalaba misiles en su guerra preventiva. Por si acaso, te arranco la cabeza, eso sí, en legítima defensa.
Las palabras de Soria del Castillo Olivares resonaron en Madrid como una bomba de neutrones. Por eso la dirección de su partido se vio obligada a tirarle de las orejas, aun a sabiendas de que muchos de sus correligionarios piensan lo mismo que el profesor de educación física con pinta de bruto afincado en Lanzarote.
Todo esto es tan desproporcionado como el espacio dedicado por los medios de comunicación a los atentados: si se produce en Boston y mueren tres personas todos los informativos abren con esa noticia, pero si ocurre en Somalia y las víctimas mortales se multiplican por diez, como pasó hace unos días, apenas sale en un breve escondido.
Sigue habiendo víctimas de primera y de segunda, del primer mundo y del tercero. Los desahuciados son los somalíes de los hombres de negro que visten de Prada.
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