Beatríz Santana ha sido la elegida por el ya ex alcalde de Santa Brígida, Lucas Bravo de Laguna, para relevarle en el cargo. Por su posición inicial en las listas no era el relevo natural, pero Santana fue poco a poco posicionándose en el organigrama municipal de la Villa hasta hacerse cargo de la primera tenencia de alcaldía y responsable de la papa caliente de Urbanismo, una vieja asignatura pendiente que acumula escándalos y problemas sin resolver desde antes incluso que los actuales mandarines municipales soñaran con llegar a donde han llegado. La nueva alcaldesa, que tomó posesión este lunes como estaba previsto, fue la designada por el partido y por el ex alcalde, nadie puede vaticinar si será aceptada por los vecinos, que renovarían hoy su confianza en el PP con un respaldo en franco retroceso. Sin que sirva de demérito, es una mujer bien situada en el poder local del PP satauteño, no en vano es la esposa de Armando Umpiérrez, ex concejal que en otros tiempos desempeñara cargos de máxima responsabilidad con alcaldes como Carmelo Vega. Umpiérrez conoce como ninguno los secretos que mejor se guardan en ese Ayuntamiento y atesora una amplia experiencia que aconsejó en su momento al partido a nombrarle coordinador para las medianías en el Cabildo de Gran Canaria, la plaza en la que los Bravo de Laguna mandan como nadie. Umpiérrez y sus poderes gananciales tienen mucha influencia en la organización local del PP, con ramificaciones en la insular, de la que Lucas Bravo de Laguna es secretario insular a la sombra de la influyente Australia Navarro. Los más viejos de la villa sostienen que el relevo en favor de la nueva alcaldesa tiene mucho que ver con esos poderes y con la información que maneja, cualidad que también extienden a otro personaje inquietante de la trastienda municipal sateuteña, Paco Ortiz, más conocido como Kitito, elevado a la consideración de coordinador de deportes ante la imposibilidad moral de meterlo en una lista que pudiera ser repudiada por el público. La nueva alcaldesa ha prometido que intentará arreglar los problemas urbanísticos enquistados en el municipio, con el famoso mamotreto (centro comercial frustrado que se levanta insultantemente en el centro del casco) como primer reto. Un intento que pudo haber acometido durante estos años en que ha sido concejala de esa disciplina, salvo que su mentor le impidiera alcanzar el consenso y los acuerdos con la constructora que ahora ella dice poder tener al alcance. Como a todo el que cambia de responsabilidades, y más en estas fechas tan entrañables, a Beatríz Santana es justo otorgarle los cien días de gracia que obliga el manual.