Nunca fue santo de nuestra devoción mientras estuvo en el machito, pero no nos duelen prendas para reconocer que estos últimos doce o quince meses han sido los de la recuperación de Ángel Llanos para la normalidad. Bien porque Soria lo apartó de un manotazo de los lugares de privilegio que ocupó como delfín tinerfeño o bien porque no era tan fiero el león como lo pintaban, el caso es que este ex concejal de Santa Cruz que llegó a poner histérico a Miguel Zerolo por el protagonismo que acaparaba (quizás por esa manía insana de trabajar como un petudo) ha pasado del olvido y de la sospecha a la ventajosa posición de que se hable él, incluso bien, sin tener que conceder entrevistas ni esforzarse lo más mínimo. Lo sacó al candelabro (gracias, Sofía, para siempre) Ricardo Melchior, presidente del Cabildo de Tenerife, haciéndolo de repente consejero de una de las empresas señeras de la corona, Teleférico del Teide, S.A., y ahora es la justicia, o mejor dicho, una pléyade de testigos de un caso penal, los que lo sacan de la única causa que sepamos que lo tenía bajo sospecha, la de la funcionaria municipal acosada hasta límites vergonzantes.