Asier Antona va cogiendo hechuras de líder del PP, heredero de los modales de José Manuel Soria pero pasados por el tamiz de la bonhomía, algo imposible en el caudillo. Ayer se botó a afear de modo abrupto el plante del Gobierno canario, al que amenazó con plagas bíblicas si no presenta las cuentas antes del 1 de noviembre, lo que parece que no se va a producir se ponga el señor Antona como se ponga. Porque se pone bravo cuando ejecuta a la perfección el encargo, y mucho más razonable cuando en las distancias cortas reconoce que esto es un marrón que ya le podía haber tocado a otro. Muchos dirigentes populares canarios, incluidos los que ustedes sitúen en el lado más hooligan de la cuestión, reconocen en privado que esto es una auténtica putada, que no se puede seguir castigando a Canarias de esta manera tan despiadada y encima pretender que no se disparen los peores registros, como el de la Encuesta de Población Activa, conocido ayer. Y lo peor es que ninguno es capaz de aventurar una fecha en la que todo esto cambie, la fecha en que Soria saque, por ejemplo, el nuevo decreto de las renovables que desbloquee al menos ese feo asunto; la fecha en que se equipare a Canarias con Baleares en las tasas aeroportuarias; la fecha en que se revise el Plan Integral de Empleo (PIEC) para que no caiga de 42 a 10 millones, como prevén los Presupuestos del Estado; la fecha en que se revise el convenio de carreteras para que al menos no se estropeen las obras que están iniciadas y a punto de rematarse; la fecha en que termine esa humillación del certificado de residencia; la fecha en que Wert se deje ya de pendejadas con la educación pública? Y la fecha en que los populares canarios sean liberados de esa orden de alegrarse de que Canarias pida el rescate, de que a Canarias se le recorten otros 500 millones, de que haya que despedir funcionarios o de que las farmacias no puedan cobrar porque no hay dinero.