El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Bravo y sus bravatas; Pedro y su sancheski
La consejera de Cultura del Gobierno de Canarias propinó este martes a la historia y a la política dos patadas en una. La primera, ignorando quién fue Gregorio Chil y Naranjo, algo por otra parte probablemente muy extendido en la clase política canaria y, por ende, entre la ciudadanía. Esa ignorancia conduce a la segunda patada, porque si no sabe quién fue el fundador de El Museo Canario, que da nombre precisamente a la calle donde se encuentra esa institución, Inés Rojas tampoco sabe quién es su actual presidente, al que seguramente no tiene ni siquiera el gusto de conocer. Esa confluencia de disparates nos conducen al pecado político de la mentira: si no sabe quién es el interlocutor con el que se supone que está negociando unas ayuditas económicas es que, sencillamente, no está negociando nada. Por fortuna, en el momento del doble disparate no estaba sentado en la bancada azul el vicepresidente del Gobierno, historiador y, mira tú que cosas, socio de El Museo Canario, José Miguel Pérez, que en su etapa de presidente del Cabildo de Gran Canaria echó una mano importante a la institución para que pudiera terminar sus obras de remodelación y ampliación. Y decimos por fortuna porque resulta imaginable la reacción que habría tenido al comprobar que en su Gobierno hay consejeros que no se preparan mínimamente sus intervenciones, sobre todo cuando se va a despejar a córner de la manera que Rojas quiso despejar. Por unas horas, el desbarre de la consejera no pudo ser incorporado al memorial de agravios y despojos con el que José Miguel Bravo de Laguna dio por iniciada su carrera hacia su incierta reelección como presidente del Cabildo. Una campaña personal, muy personal, dada la insalvable distancia que mantiene con José Manuel Soria y ante la eventualidad de que este pueda echarse a correr de un momento a otro a través de alguna puerta giratoria instalada de momento en Sandia 1.
Memorial casposo de agravios
No es la primera vez en este mandato en la que José Miguel Bravo de Laguna desentierra el hacha podrida del pleito insular para reivindicarse como prócer del grancanarismo, fórmula que aviva siempre las sensibilidades pleitistas latentes y que, en tiempos de crisis y tribulación, sirve para arrastrar votos. Lo hace Podemos con su discurso ideológicamente trasversal contra la casta, y lo hace Bravo con su enfrentamiento contra Tenerife. Cualquiera que se ponga analizar el memorial de agravios desgranado por el presidente insular en su intervención en el Club Náutico del pasado martes puede comprobar enseguida dos cosas. La primera, que algunos de esos agravios son directamente falsos o muy forzados, y la segunda –como él mismo tuvo el atrevimiento de confesar- son producto de la mala política desarrollada por su partido en tres quinquenios de gobiernos regionales compartidos con Coalición Canaria. La prueba del nueve que desmonta gran parte de su argumento la encontramos poniendo la oreja en los sectores históricamente irreductibles del tinerfeñismo pleitista, con una lista de despojos y ofensas culpa del pérfido canarión que probablemente superarían en número y en profundidad a la veintena de casos expuestos por el pre-candidato grancanario. Que si el cierre del anillo insular, que si los hospitales del sur y del norte, que si el tendido eléctrico de Vilaflor, que si Binter, que si las Universidades, que si Las Teresitas, el Mamotreto y Granadilla… considerados grandes tótems en algunos casos frustrados incluso por infiltrados del secarral en los movimientos ecologistas y políticos de Nivaria. Construir una región en base a la exigencia de que las inversiones sean exactamente las mismas equivale a no reconocer que una isla, cualquiera, puede tener que cubrir necesidades que otras ya tienen cubiertas, una simetría tan absurda como ineficiente e injusta. El actual Gobierno de Canarias ha logrado cabrear tanto a Tenerife como a Gran Canaria y con esos mismos casposos argumentos, lo que podría invitar a pensar que lo del agravio y los despojos es la misma cantinela de siempre.
La deriva peligrosa de Luena y Sánchez
No siempre la ausencia de noticia es buena noticia. La Ejecutiva Federal del PSOE todavía no ha tomado ninguna decisión sobre los seis consejeros del Cabildo palmero expulsados por pactar con el Partido Popular (después de ser expulsados por Coalición Canaria del gobierno insular creado tras las elecciones de 2011, por contarlo todo y para que no se olvide). De momento, lo único confirmado es que, al aceptar un aplazamiento del juicio civil que debía dilucidar la legalidad de esas expulsiones, ambas partes han conseguido ganar tiempo. Los cinco de Pestana (presidente del Cabildo) pueden seguir disfrutando de su espléndida luna de miel del PP, y César Luena, secretario federal de Organización, se sacude momentáneamente de encima una crisis de cojonudas dimensiones en la que se ha metido él solito por no asesorarse convenientemente. O por mejor concretar, por dejarse asesorar por quien no debe teniendo como tiene dos representantes canarios en la Ejecutiva Federal, uno de ellos nada menos que secretario general y vicepresidente de un Gobierno que se sostiene en un pacto entre el PSOE y Coalición Canaria. Luena, que no ha atendido las reiteradas llamadas de este periódico para que ofrezca la posición de su partido ante este tremendo disparate, está directamente asesorado por su compañero diputado Sebastián Franquis, que comparte un objetivo con el equipo de la candidata Patricia Hernández: reventar a la actual Ejecutiva Regional y, en su lugar, formar una gestora que dé paso luego a un congreso en el que teóricamente se erija ella como nueva lideresa socialista. Pero compartiendo objetivos como comparten, a Franquis y a Hernández les separa una sutil diferencia. Mientras que el primero quiere ser el presidente de esa gestora transitoria que surja en el hipotético caso de dimisión de José Miguel Pérez para así tener poder para elaborar las listas y colocarse convenientemente, a la segunda le mueve su deseo de ser ella la que controle el partido para despacharse a los perdedores de las primarias, en un gesto suicida que le aleja del que debiera ser ahora mismo su propósito principal: dedicarse a conseguir votos para que el talegazo sea más llevadero posible. Franquis sabe que no ganaría un congreso regional en la vida, mientras que Hernández cree que lo ganaría como ganó las primarias, lo que demuestra que el diputado es más listo que la diputada.
Reventando puentes con CC
En este escenario tan abracadabrante, como diría López Aguilar, la readmisión de los consejeros socialistas de La Palma es la bomba que tanto Patricia Hernández como Chano Franquis han colocado bajo la silla de José Miguel Pérez. Saben ambos que el secretario general no va a ceder en su posición: si está prohibido pactar con el PP, mientras los palmeros sigan en sus trece no hay acuerdos que valgan. Pero Hernández y Franquis han expuesto ante Luena que en un escenario electoralmente complicado no se puede renunciar al diputado que esa escisión puede hacerles perder en La Palma. Y el secretario federal de Organización, y con él Pedro Sánchez, subido en su sancheski de patinar sin tino, han mordido el anzuelo absolutamente inconscientes del escenario que permitirían abrirse a continuación: 1) Desobedecer a los órganos del partido y pactar con el PP no solo no tiene consecuencias disciplinarias, sino premio: la cabeza del secretario general; 2) Coalición Canaria abre una crisis de confianza, no hacia José Miguel Pérez y su equipo más fiel, que ha demostrado lealtad y posición firme, sino hacia la candidata a presidenta y hacia el partido que ella quiere conformar a su alrededor. 3) El PSOE canario quedará abierto en canal a partir del momento en el que se desautorice a su Ejecutiva Regional y se abra un proceso interno que lo desgastará de manera inmisericorde de aquí a las elecciones de mayo. ¿Y todo eso por un diputado que se podría perder en La Palma? ¿A que pierden más por estas majaderías orgánicas?
Sospechosa división de opiniones en CC
Pero si el PSOE se presenta en estos momentos ante su militancia y su electorado como el ejército de Pancho Villa, ¿qué decir de Coalición Canaria? También entre los nacionalistas hay dos facciones claramente diferenciadas en esta crisis con su socio de gobierno. Mientras que la dirección formal quiere plantear una cuestión de confianza dentro del pacto, al menos para mantener entre sus filas una imagen de severidad ante un incumplimiento flagrante de lo que los propios socialistas habían hecho cuestión de honor, el equipo médico habitual del candidato Fernando Clavijo ha pretendido utilizarlo de manera maquiavélica para arrojar esa piedra al tejado de Paulino Rivero. Tanto Ana Oramas como José Miguel Ruano han restado importancia a esta crisis. La primera, en la sede federal de Ferraz, a donde acudió para decirle a Luena y a Pedro Sánchez que la readmisión de los palmeros no acarrearía consecuencias para el pacto actual y pactos futuros. No quiere este clan que nada de lo que haga de aquí hasta mayo pueda interpretarse como una excusa para el pacto con el PP que prefieren. Pero no contaron en esta estratagema con el cabreo cartaginés de Antonio Castro y sus aliados palmeros, que se toman esta crisis como causa de ruptura para llenarse de razones contra un pacto con los socialistas que nunca aplaudieron. Por eso Ruano tuvo que corregir sus declaraciones de la mañana del miércoles, en las que restaba importancia a la debilidad federal del PSOE, para por la tarde otorgarles cierto grado de gravedad. Pero como, en rigor, readmisiones no ha habido por parte de Ferraz, la reunión de la mesa del pacto prevista para este jueves se saldará con un reforzamiento de las posturas de cada cual: CC advirtiendo y el PSOE oficial desmintiendo las informaciones que hablan de ese presunto perdón a los rebeldes palmeros. Y así, hasta la próxima escaramuza.
Cuatro zampabollos en Bruselas
Les ofrecemos a continuación dos instantáneas muy elocuentes de lo que sigue siendo, por desgracia, el mundo de la política y del empresariado en Canarias. La primera se corresponde con la reciente visita que una delegación de la ciudad de Telde cumplió a Bruselas con motivo de la entrega del título de Ciudad Europea del Deporte, que comparte con otras siete urbes del continente. Esos cuatro jóvenes, tres de los cuales tienen aspecto de luchadores de sumo, es decir, de deportistas, son en realidad cuatro zampabollos de Nuevas Generaciones invitados al acontecimiento por la alcaldesa, María del Carmen Castellano, que aprovechaba de este modo las gentiles invitaciones que le había hecho llegar el eurodiputado de su partido, el PP, Gabriel Mato. Se trataba, con esas invitaciones, de que acudiera el mayor número posible de deportistas y de personas vinculadas con el deporte teldense, pero en realidad, sólo unos pocos cumplían con ese perfil. Así, el concejal de Deportes, Pablo Rodríguez, al que le dieron diez invitaciones, invitó a dos periodistas, a la jefa del Servicio de Deportes y a ocho deportistas de la ciudad. Pero la alcaldesa, que es mucha alcaldesa, gastó el resto, hasta 25, en tan solo una persona vinculada al deporte, el presidente del Rocas Remudas, Antonio Moreno. El resto de invitados de Castellano fueron dos concejales del PP (Sonsoles Martín y Agustín Pérez), dos exconcejales del mismo partido y un miembro de la Ejecutiva local del PP en Telde. Así que, como le sobraban cuatro invitaciones, en lugar de incluir en la lista a otros tantos deportistas, los afortunados ganadores del premio gordo (con perdón) fueron estos miembros de las Nuevas Generaciones que aparecen tan felices en la foto.
Cita en el Palace
Mientras Bravo de Laguna se desgañitaba desde su púlpito del Náutico clamando contra Tenerife, este miércoles, en Madrid, podíamos captar esta otra fotografía de la jornada. Está tomada en la señorial cafetería del hotel Palace, y en ella puede verse en animada charla a dos de los más activos representantes del empresariado grancanario, y por ende, del ultraconservador Círculo de Empresarios de Gran Canaria, estrella y guía del combate contra la pérfida Nivaria y contra cualquier gobierno regional en el que no esté el PP. Junto a ellos, uno de los factótum más destacados del liberalismo tinerfeño y del renacer de ATI, el presidente de la Ceoe, José Carlos Francisco. Los dos grancanarios son, a la izquierda, de espaldas, Mario Rodríguez, propietario de las clínicas y hospitales San Roque, y a la derecha, el máximo exponente y teórico del liberalismo canarión, Sergio Alonso, presidente del Grupo Domingo Alonso. Ignoramos por completo –para qué les íbamos a engañar- de qué estaban hablando, pero nos lo podemos imaginar y nos lo reservamos. Sí apreciamos que la voz cantante la llevaba el tinerfeño, que parecía estar explicando un proyecto de largo alcance a sus interlocutores. Terminaremos cuadrando el contenido de la reunión. Por cierto, los tres acudían todos ellos al almuerzo que protagonizó el ministro de Economía, Luis de Guindos, en La Cúpula del Palace.
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