Un vulgar oportunista. Un aprovechado. Así ha quedado ante la opinión pública el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, al descubrirse ya por completo el episodio que les acercábamos aquí este pasado lunes sobre la fiesta que piensa dar en la feria ITB de Berlín. Una vez el viceconsejero de Turismo, Ricardo Fernández de la Puente, ha confirmado todas nuestras informaciones al respecto, Bravo ha tenido que reconocer que sí, que en una ronda de consultas del Gobierno con los cabildos y con las patronales turísticas se decidió cancelar la fiesta de Canarias en la feria turística alemana para producir un ahorro de 88.000 euros de dinero público. A escondidas de empresarios y del Gobierno, el PP activó entonces su jugadita, consistente en alquilar el mismo local para la misma fecha y celebrar la fiesta exclusivamente para Gran Canaria. Una argucia que podría ser incluso aplaudida por los insularistas que se creen el discurso victimista que aplica el PP en la isla, pero que deja muy al descubierto el raterismo político de quien así actúa. Y, para colmo, en contraste con la austeridad que ejecuta el Gobierno, el Cabildo de Gran Canaria se dispone a estallarse al menos 40.000 euros en un tenderete de dudosa rentabilidad turística. Porque los 20.000 que dijo Bravo que se invertirían en el pleno de este martes han quedado en evidencia al empezarse a conocer, por ejemplo, datos sobre el coste del local, de alrededor de 70 euros por persona, a lo que hay que añadir comida, bebida, grupos musicales, etcétera. Ni siquiera esa cruzada contra el Gobierno de Canarias, que en esta ocasión volvió a actuar con nobleza ante Gran Canaria, se justifica esta acción tan rastrera.