Tampoco Juan José Cardona ha podido con los sindicatos de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria, y a tan solo seis meses de tomar posesión de la alcaldía con una cómoda mayoría absoluta, les ha entregado la cabeza del concejal Ángel Sabroso. La excusa ha sido perfecta, la salida del Ayuntamiento de la que era hasta ahora su supuesta mano derecha, Mari Carmen Hernández Bento, colocada en la lista por José Manuel Soria para comprobar cuanto era de fiable la lealtad prometida por Cardona tras sus mutuas desavenencias de la etapa en el Cabildo de Gran Canaria (2003-2007). Debe haber superado con nota la prueba el alcalde de la capital porque la remodelación anunciada este lunes parece confirmar que se ha hecho con el control de la situación. No es cierto, y lo lamentamos por nosotros mismos que titulamos así, que el concejal Sabroso se haya convertido en el hombre fuerte del consistorio. Más parece que esa figura la encarne desde ahora a la perfección un personaje escasamente conocido, Claudio-Alberto Rivero, que ha pasado a convertirse en director de gobierno de Presidencia, Recursos Humanos, Organización y Seguridad, o sea, en el nuevo jefe político de la Policía Local en sustitución de Sabroso, que ha tirado la toalla. También gana competencias Martín Muñoz, que acumula a sus tareas de Aguas y Vivienda nada menos que el Urbanismo de la ciudad, la concejalía más deseada y también la más conflictiva dados los intereses en presencia tanto dentro como fuera de las oficinas municipales, donde continúan campando a sus anchas algunos funcionarios muy reputados.