Ustedes se preguntarán cómo es posible que José Rodríguez Ramírez, un hombre hecho y derecho, un prócer de Tenerife y de Canarias, el llamado a ser el pastor que lleve al rebaño desorientado que es el pueblo canario hacia la creación de la República Independiente de Canarias, se atreve a presentar una denuncia ante la fiscalía con tan escasas pruebas, y perdón por lo de escasas. La clave está en el objetivo que se busca, pactada con un nutrido grupo de perjudicados por el concurso de radio, reunidos el jueves pasado en las instalaciones de El Día. Y el objetivo no es otro que solicitar al juez al que le caiga la denuncia la suspensión cautelar del concurso, de modo que las nuevas frecuencias no pudieran ponerse en marcha y, con ellas, el apagado de todas aquellas que pudieran estar en los alrededores del espacio radioeléctrico perjudicando a las adjudicatarias. De ahí que Radio El Día, que fue abruptamente liquidada por don José con el despido de una veintena de personas, se reactive ahora tímidamente en forma de otra emisora con nombre libertario, y no precisamente recuperando a los trabajadores despedidos, que de ese juego sí que no se trata. Estaremos pendientes de esta nueva deriva penal que quieren dar al concurso de radios para que se produzca el ruido necesario.