Una inmensa promoción de Gran Canaria

Lucas Bravo de Laguna no tiene la culpa de todo. Seamos serios. Él no es –ni está, ni se le espera- quien tiene que formar a los comentaristas deportivos que retransmiten, vaya usted a saber de qué punto neutro del espacio mundo, los partidos de baloncesto del Mundobasket 2014 que estos días se celebra en España. Por lo tanto, rogamos al público municipal y espeso se abstenga, a partir de estos momentos, de emitir cualquier exabrupto, bufido o comentario jocoso destinado al consejero de Deportes del Cabildo de Gran Canaria. Él sólo es culpable de gastarse al menos un millón de euros en traer a la selección de Estados Unidos a jugar un amistoso, y de ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro, un José Macías redivivo pero con cara de Luke Skywalker. Véase, si no, el abultado álbum fotográfico que ha engrosado durante estas semanas a costa de la canasta, para bochorno incluso de un buen número de correligionarios que no se esconden para criticar tanta paletada. Fijada la posición de partida, no debemos señalar al Niño Bravo como responsable de la inmensa cagada de los dos comentaristas de Fox Sports 2 lanzaron a las ondas durante la retransmisión del partido entre Australia y Lituania, porque no es su función indicar a los periodistas acreditados que tienen al alcance de su mano toda la información que quieran sobre las Islas Canarias, y más concretamente sobre la isla de Gran Canaria, que es la que se ha gastado más de 70 millones de euros en un megapabellón, partida en la que incluimos el milloncejo que ha costado el videomarcador de los cachivaches de Lucas, amén del ya mentado derroche de fantoche del dream team de los otros cachivaches del mismo Skywalker. No, salvamos a Luke Skywalker porque, a pesar de su simpleza, él sí sabría decirle a estos comentaristas que la capital de Gran Canaria no está en Tenerife, ni se llama Santa Cruz de Tenerife, o que el gentilicio de los canarios no es chicharrero, solo atribuible a los vecinos de esa mentada capital. A lo mejor discutiría eso de que el Teide sea el pico más alto de Europa a pesar de encontrarse en África, pero dudaría de las costumbres árabes de Granada porque el día que dieron aquello de Boabdil no pudo ir al cole y se quedó solo con lo de la invasión mora en versión de José María Aznar, otro grande de España.

23 millones de indocumentados

Ha corrido el vídeo por las redes cosa buena hasta provocar primero la carcajada, luego el bochorno y acto seguido la indignación, estadio este último que se alcanza cuando refresca uno la mente en momentos tan calurosos y trae a colación la euforia de los datos vertidos sin ir más lejos este mismo viernes por el atrevido Lucas. En su eufórico balance sobre el paso del Mundobasket por Gran Canaria, el consejero insular de Deportes redujo el retorno generado por el campeonato a la escuálida cifra de 4,5 millones de euros. Escuálida pero de agradecer, porque por primera vez desde que anda subido en la nube de la euforia, este intrépido guerrero de las galaxias se atrevió a argumentar sus datos con cifras más o menos creíbles, o por lo menos comprobables. 4.500 turistas a 1.000 euros de gasto medio por cada uno de ellos, pues eso. Un resultado seguramente prudente a la par que descorazonador, porque si toda esta escandalera ha servido para llegar a estos resultados, que se quedan en 15% de lo que ha conseguido Bilbao (por ejemplo, empezamos a temernos que para este viaje no necesitábamos alforjas tan pesadas. Quizás consciente de que con esos números alguien –sin ánimo de señalar- iba a afearle la faena, el ilustre consejero adornó la despedida con unos cuantos pases de pecho, recordando a la sumisa prensa que ha habido algo así como 200 cadenas de televisión que han paseado el nombre de Gran Canaria por el mundo hasta llegar a 23 millones de personas. Y es aquí donde empieza el acojono. ¿23 millones de personas en el mundo creen que todos somos chicharreros? ¿23 millones de personas se han enterado de que nuestras costumbres son africanas? ¿23 millones de personas nos sitúan en el “Sahara Sur”? ¿23 millones de personas se han tragado que el pico más alto de Europa es el Teide? ¿23 millones de personas creen que los granadinos van con chilaba? Por fortuna, las exageraciones y los excesos de Bravo de Laguna esta vez nos van a salir rentables. Porque seguro que no fueron 23 millones los espectadores de tanto infortunio. O al menos cuesta creerlo cuando el que lo proclama no ofrece ni una sola fuente que avale lo que dice. Porque nadie le ha preguntado todavía de dónde saca este hombre sus datos de Antoñita la Fantástica.

Que aprenda de Aguedita

Si no fuera porque llegamos un poco tarde para dar consejos, casi nos atreveríamos a sugerir al consejero Lucas Bravo de Laguna que aprenda de su compañera en el PP Águeda Montelongo, la que durante su etapa como consejera de Turismo del Cabildo de Fuerteventura se dedicó a gastar dinero público en promocionar la isla entre sus correligionarios invitándoles a pasar estupendos fines de semana a costa de todos los majoreros. Gracias al Águedagate, figuras como el actual secretario de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos, pueden presumir de saber dónde está Tuineje o responder con acierto por el color de la arena de El Cotillo o el verde del golf de Antigua. Pero habría que hacerlo al revés: en vez de camuflar a los políticos del PP bajo el nombre de actrices de culebrones mexicanos, a los periodistas de la Fox no hubiera sido necesario esconderlos. Ellos habrían venido encantados a conocer la caldera de Bandama o la carretera de Teror, el destino turístico del que podemos presumir o la seguridad europea que tenemos. Todo ello para así poder acostarse proclamando que nunca se sabe en qué momento de la vida vas a aprender algo nuevo. Lo único que hay que hacer es ampliar el inmenso presupuesto destinado a satisfacer a la prensa local y ampliarlo un poco más a otros ámbitos más rentables turísticamente. O conformarse con la propaganda que le gusta y dejar de presumir de impactos que en realidad son sonoras cagadas.

Otro patinazo de Tavío

De la que no debería nunca aprender Lucas Bravo de Laguna, si es que está a tiempo de aprender algo, es de su compañera de partido Cristina Tavío. Siendo como es un político joven, debería domesticar su ímpetu y sus fantasmadas, tan impropias de los tiempos que corren, y fijarse en los patinazos cercanos. Por ejemplo, anatemizar a los críticos, una costumbre muy extendida en el PP español de la que no es ajena el PP canario. Lo hemos vuelto a ver estos días en Twitter en una corta pero intensa trifulca entre Cristina Tavío, que se postula de nuevo a candidata al Ayuntamiento de Santa Cruz, y el ex dirigente de UPyD Ciro Negrín, retirado de la primera línea política pero no de su elemental derecho a opinar. Al pobre Negrín no se le ocurrió otra cosa el otro día que recordar el caso del Bragagate (la compra de bragas y otros bienes y servicios con dinero del grupo municipal del PP en la capital tinerfeña), lo que provocó la ira inmediata de la señora Tavío. Lejos de dar una larga cambiada a tema tan espinoso, la ex presidenta del PP tinerfeño no eludió entrar al trapo y amenazar a Negrín con una querella. Desconocemos el delito atribuible porque el tuitero se limitó a recordar el aireado asunto incluyendo un recorte de prensa bastante elocuente. A lo que la perjudicada respondió diciendo que no hubo caso porque la justicia lo había archivado. Parece mentira que a estas alturas de curso tengamos que recordar a un político en activo que el archivo de una causa penal no equivale al archivo de una cosa política. Porque lo que hizo el juez con la financiación pordiosera del PP tinerfeño fue decir que no apreciaba delito, quizás porque –como dijo Manolo Fernández- entre todos “nos rascamos el bolsillo para encontrar facturas” que justificaran la salida ilegal de dinero del grupo municipal. Pero el escándalo existió, como existió la pesca del salmón (archivada), los trajes de Camps (absuelto) o el caso Naseiro (archivado por un quítame allá esas escuchas). Pero, como dicen los más primarios pensadores, el pastuño flota que es un gusto.