Ha encendido este domingo a mucha gente la carta de Bravo a Paulino, en la que se refiere a asuntos como el censo poblacional y el reparto de fondos, el Consorcio de Bomberos, la Ley Turística y los hoteles de cinco estrellas ligada ¡a la creación de empleo! (¿más de lo mismo?) o los aceleradores lineas para el tratamiento del cáncer. En fin. Se olvida Bravo de Laguna que podría preguntarle también a Mariano Rajoy por los acuerdos que incumple el Gobierno de España con su Gran Canaria Arena, o con los vecinos de Ojos de Garza buscar un realojamiento definitivo al barrio afectado por la futura tercera pista del Aeropuerto de Gran Canaria, o a los vecinos de La Aldea con la carretera a Agaete que les saque de su eterno aislamiento dentro la propia isla que tan isloteñistamente preside. O cómo es posible que Mariao Rajoy ande ya anunciando el éxito de unir Barcelona con París por tren de alta velocidad a 58 euros cuando las Islas tienen el grave lastre del coste del transporte aéreo, que cuesta más viajar a La Palma para pasar la Navidad con la familia que cualquier desplazamiento de última generación en el Continente. Que Gran Canaria plantee, por medio de Bravo de Laguna, Juan Domínguez y sus proyectos políticos secretos para 2015, “una autonomía insular plena” será el hazmerreír del resto de España, justo ahora cuando se buscan fórmulas de integración de ayuntamientos y de reducción de administraciones públicas duplicadas y triplicadas. La gracia que le hará a los Montoro, De Guindos, Soria y compañía las ideas pepitistas de José Manuel Bravo va a ser de las sonadas. Pero lo que importa es seguir como sea en el machito en 2015 aunque sea vendiendo media isla a los chinos.