No se están quietos estos romanos, especialmente los que han ganado con esa mayoría absoluta que no se puede contener las elecciones generales del pasado 20 de noviembre. La gente del PP de Canarias se muestra indisimuladamente encantada con la impepinable mudanza de José Manuel Soria a Madrid, da igual con qué cargo, porque los más críticos están convencidos de que por lo menos se abrirá una posibilidad de empezar a cambiar las cosas. Como en todo colectivo humano, en el PP canario hay optimistas, pesimistas y mediopensionistas. A Cristina Tavío, naturalmente, la debemos encuadrar en los optimistas recalcitrantes porque ella sigue estando segura de que su oportunidad ha llegado. Lejos de haber recibido y digerido el mensaje de Soria de “pero sigo siendo el Rey”, entonado con mariachi completo pocos días después del 20-N, la presidenta insular del PP tinerfeño sigue erre que erre moviendo sus piezas a ver si en una de estas todas quedan recolocadas y emerge ella como reina madre. Sus estrategias son tan primarias que hasta nosotros, pobrecitos mortales, las hemos detectado. Verán: Tavío quiere que el PP nombre subdelegada del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife a Teresa Barroso, candidata a Tacoronte y vicesecretaria del norte de la isla. Con Barroso en aquel cargo, Tavío se aseguraría el apoyo de los presidentes de esa comarca para la elección de compromisarios del próximo congreso insular. Esos compromisarios se unirían a los que ya tiene asegurados del sur después de haber intentado sin éxito (pero échenle la culpa a Soria) que Pedro Suárez fuera en la lista al Congreso de los Diputados.