Se lo veníamos advirtiendo amigablemente: tenga cuidado, don Pepito, que por ese camino se va a riscar. Que la crítica política puede ser muy dura, incluso durísima, y en ella se pueden emplear términos en apariencia molestos e insalubres, pero siempre sujetos a los hechos que se narran, a los comportamientos que se critican, que han de ser veraces y de interés público. Para descalificar a un periodista que te pone colorado no lo puedes llamar maricón, porque si lo es, es atribución homófoba pronunciada con ánimo de ofender, y si el insultado no es maricón, vuelve a ser atribución homófoba pronunciada con ánimo de ofender. O sea, que está bien jodido don Pepito por esa deriva que ha decidido tomar de un tiempo a esta parte. Y más jodido que va a estar si se le siguen acumulando sentencias de gran cuantía como la que le acaba de adjudicar la juez de Primera Instancia número 3 de Santa Cruz de Tenerife, Ana Delia Hernández Sarmiento, que ha empapuzado al dueño del periódico El Día la nada desdeñable cantidad de 100.000 euros por intromisión ilegítima en el derecho al honor de Ángela Mena (20.000 euros), Caridad Rivero (40.000) y Candelaria Pérez (40.000). Los 16 millones 600.000 pesetas, que así lo va a entender mejor el muy condenado, se suman a los 69.000 euros, 11 millones y medio de pesetas, a que fue condenado por igual intromisión en el honor del director de CANARIAS AHORA, Carlos Sosa, en una sentencia que ya estaba vulnerando exactamente al día siguiente porque, como es sabido por el público municipal y espeso, José Esteban Rodríguez Ramírez se cree tocado por una deidad superior a cualquiera de las conocidas que le permite estar ?aunque sea de modo grotesco y ridículo- por encima del bien y del mal. Y en este juicio perdió el juicio una vez más el delirante editorialista.