El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Félix Sierra pasa a la condición de apestado
Les recomendamos que se lean con detenimiento las noticias referidas al escrito de acusación de la Fiscalía Anticorrupción por el llamado caso Arona 1, porque tiene mucha más carga de profundidad de lo que aparenta. Claro que llaman la atención las peticiones de prisión para el ex alcalde, José Alberto González Reverón, pero llueve sobre mojado (si naciste pa martillo, del cielo te caen los clavos); claro que llama la atención el comportamiento de los ya acusados, que se tomaban la gestión de los intereses de los ciudadanos por el pito del sereno y mamaban (presuntamente) con descaro y a manos llenas. Pero les sugerimos que se fijen en uno de los acusados que acumula la mayor petición de penas, Félix Sierra, ex concejal del Partido Popular, al que la Fiscalía le atribuye los delitos de prevaricación continuada, cohecho y negociación prohibida a funcionario público, cuya acumulación lo coloca con una petición de seis años de prisión, quince meses y medio millón de euros de multa, además de la inhabilitación (que a estas alturas llegaría un poco tarde) de trece años. Félix Sierra no es un acusado cualquiera, y las acusaciones que pesan sobre él no son acusaciones cualquiera. Desde 1999 es un personaje imprescindible en el PP tinerfeño, no en vano ese año fue candidato a la alcaldía de Arona, condición que repitió en 2003, siempre bajo la recomendación de Cristina Tavío, que lo tuvo siempre a su lado en la dirección del partido como vicesecretario general insular para el Sur de Tenerife incluso cuando ya estaba imputado por los graves hechos de Arona. Tampoco puede sacudirse de responsabilidades el senador y líder del PP en el Cabildo, Antonio Alarcó, que consintió llevarlo en su lista en 2007, y con Sierra compartió responsabilidades nombrándolo consejero delegado de la Corporación para el Sur de la isla. ¿Y los delitos que se le atribuyen? Los más graves del recetario del político corrupto: prevaricación, cohecho y negociación prohibida a funcionario público. Dictar resoluciones injustas a sabiendas y cobrar por ellas en sobre o maletín. Feo, pero que muy feo. Y durante doce años ha sido mantenido en la dirección insular del partido y en otros cargos de responsabilidad política hasta pasar a la condición de apestado. A ver si Sierra, en plan Bárcenas, explica eso.
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