Los detractores de Garzón han conseguido fijar un mantra en todos los debates sobre la actuación del juez: “el fin no justifica los medios”, una matraquilla que no es de aplicación porque en una investigación judicial cualquier medio legal al alcance de un instructor está plenamente justificado. Lo que se discute no son los medios ni los fines, sino una interpretación muy ajustada de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y de la Ley General Penitenciaria, que permiten la intervención de las comunicaciones de los presos en casos excepcionales debidamente fundamentados, como se hizo por ejemplo en la investigación por el asesinato de Marta del Castillo, a cuyo asesino se le grabaron unas conversaciones con su abogado que luego fueron aireadas, entre otros, por el periódico El Mundo, apasionado detractor del magistrado que desde este martes se sienta en el banquillo de los acusados para vergüenza de la misma Justicia que le juzga. Garzón quería conocer de los cabecillas de Gürtel dónde está el dinero producto de toda esa ristra de pelotazos, contratos inflados, concursos amañados, sobornos y favores políticos que han escandalizado a toda España, incluida la inmensa mayoría de personas honradas que militan en el PP. Y gracias a esas comunicaciones intervenidas, la Justicia ya sabe que los abogados desempeñaban un papel trascendental en el trapicheo de ese dinero. Garzón lo dijo este martes en la sala de vistas y a más de uno de los abogados presentes se les aflojaron los esfínteres.