La empresa agraciada con ese contrato (sin contrato) de obra menor que resultó ser inmensa es Imes, S.A., una poderosa mercantil nacional que está vinculada al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife desde los tiempos de Manuel Hermoso, el alcalde perpetuo de la capital tinerfeña. De Imes y de su relación con Zerolo se contaron siempre cosas grandiosas, especialmente cuando llegaban las campañas electorales y se apreciaba por toda la ciudad un impresionante despliegue de luz y de color. Pero no solo con Zerolo ha tenido Imes unas estrechísimas relaciones: también consta en su nómina de amistades el que fuera concejal de Obras durante mucho tiempo, Norberto Plasencia, propietario del Audi más grande del lugar y de un hermoso chalet, pertenencias que pudo costearse gracias a su abultado sueldo como funcionario de la Comunidad Autónoma de Canarias. Un Plasencia, por cierto, con un abigarrado expediente de buena conducta que le ha llevado a estar imputado en acontecimientos tan notables de la historia de la ciudad como el mamotreto de la playa de Las Teresitas y un delito ambiental por unos vertidos de aguas fecales de la empresa Emmasa, otra que también tiene su historia.