Llegado el momento de tomar una decisión, el alcalde Soria solo dependía de sí mismo, no tenía nada que pactar fuera de la Corporación porque le avalaba suficientemente su holgada mayoría absoluta. Tampoco esperaba grandes grescas desde la oposición socialista, que no estaba para presumir de aquella operación de la que siempre se han contado rocambolescos movimientos de financiación de partidos, viajes a Francia y dádivas sin fin. Pero había que mantener la emoción hasta el final, y el director de escena fue Francisco Fernández Roca, un inspector fiscal en excedencia que acompañó a Soria durante muchos años como concejal de Hacienda y eficaz constructor de fabulosos expedientes con apariencia de legalidad que en el fondo solo eran la fachada para operaciones millonarias que beneficiaron a empresarios del régimen y supusieron para la ciudad graves quebrantos de los que todavía no ha terminado de recuperarse. El más sonado de los pelotazos propiciados por Soria a través de Curro Fernández Roca fue el de La Favorita, una vieja factoría tabaquera que el Ayuntamiento compró por 12 millones de euros con un préstamo europeo cuando se vendía en el mercado por 5 millones a través de un intermediario también del PP, el hoy diputado regional Jorge Rodríguez, imputado años más tarde, y hoy pendiente de juicio, en el caso Faycan. Curro viajó a Suiza un día antes de aprobar aquel expediente del que salió beneficiado el empresario Santiago Santana Cazorla, que utilizó para la operación una empresa efímera que sin embargo llegó a tiempo de abrir cuenta en Zurich, como demostró en su día CANARIAS AHORA.