¿Qué quieren ustedes que les contemos de Juan Domínguez que no nos hayan leído aquí? El vicepresidente del Cabildo nos considera unos indeseables, quizás porque desde el primer momento lo catalogamos como lo que es, un tránsfuga llegado a la política para aprovecharse de su cara más obscena; un advenedizo, un trilero de pocos modales y menos escrúpulos incapaz de pensar en el interés general salvo en aquellos escasos momentos en que éste coincida con el suyo propio. Incluso por encima de los intereses del partido político que le ha permitido, de modo absolutamente inopinado, acceder a un cargo público por arte de birlibirloque, como llegan los mediocres a la política. Lejos de considerar una mancha en su carrera que su partido político, el Centro Canario Nacionalista, lo haya defenestrado con todo el aparato eléctrico propio de las estigmatizaciones en plaza pública, Juan Domínguez se ha crecido y hasta parece haberlo agradecido porque, mira tú qué cosas, ahora ha descubierto que estaba en un partido personalista, poco democrático, que se pasa los estatutos por el forro de los caprichos de Nacho? como si él hubiera estado haciendo otra cosa distinta desde que entró en él que ciscarse en la Política con mayúsculas, en hacer otra cosa distinta a lo que repugna a la ciudadanía de esa noble actividad. Quizás el CCN se lo quita de encima antes de que él, creyendo que la tropa que le sigue lo hace porque lo considera un líder carismático, monte su “plataforma cívica” y se atreva incluso a hacer temblar electoralmente al más pintado.