Baltasar Garzón no está solo. Detrás de él hay millones de ciudadanos españoles que hace tiempo comprendieron por qué se le persigue, por qué hay miembros de la carrera judicial que lo quieren ver morder el polvo. Millones de españoles entre los que se encuentra el respaldo de miles de jueces, fiscales, secretarios judiciales, funcionarios... algunos de los cuales lo acompañaron este martes hasta la misma sala del Supremo donde es juzgado en un gesto que no denota corporativismo sino respetuosa solidaridad e indignación. Españoles que quieren una justicia independiente y unos jueces sin prejuicios y sin miedo que, en nombre de la Ley, tengan la suficiente autonomía para investigar las muertes de la dictadura franquista o la corrupción política y empresarial española, sean quienes sean quienes los corruptos o los corruptores. El daño que pretendían infligir a Garzón ya se ha producido, y no solo sobre las espaldas del magistrado, ya apartado de la carrera judicial de una manera perversa. El daño se manifiesta desde que resultó procesado en muchos jueces que se tientan la toga antes de atreverse a investigar según qué cosas. “Acuérdate de lo que le pasó a Garzón”, será a partir de ahora el primer pensamiento que les abordará cuando caiga sobre su mesa un caso de corrupción del PP o la venta de un niño durante el franquismo. Pero habrá más garzones que se defiendan sin miedo cuando les asista la razón, la ley y la decencia. Y muchos ciudadanos que seguiremos reclamando justicia y denunciando las indecencias.