Mientras en el PSOE tinerfeño vuelven a volar de norte a sur de la isla los cuchillos y los puñales, en el PP de la misma isla se aplica la cataplasma de siempre: silencio, que el que parlotea no sale en la foto. El escenario de la actual operación bálsamo es La Laguna, donde una gestora sobrepasa en tres años y medio los seis meses que los estatutos prevén para situación tan singular. La nueva dirección tinerfeña del partido, con Manuel Domínguez a la cabeza, ha decidido que sea el gestor de la gestora, Pedro Suárez, quien revalide su cargo investido ya como presidente local. Suárez, hombre dúctil y maleable donde los haya, no parece haber puesto ninguna objeción a acumular a sus cargos de secretario general insular, concejal lagunero y consejero del Cabildo la condición que se le viene encima. Ya se sabe que la disciplina es la disciplina y a ti te encontré en la calle. Pero siendo muy libre el señor Suárez de concurrir a presidir La Laguna e incluso de acabar por hundir al PP en esa ciudad, lo que no tiene ningún recibo es el comportamiento totalitario del partido.