Fue nombrar Lifeblood y la armamos, oiga. No pretendíamos con nuestras menciones de ayer abrir viejas heridas ni acusar a nadie en vano. Sólo resaltar que con el PP dentro del Gobierno de Canarias las cosas siempre han ido mucho peor y que, de continuar en estos aciagos momentos, ni te cuento, morena. Lifeblood ofende a mucha gente. Ofende a la consejera de Sanidad que entonces ocupaba esa plaza, Mercedes Roldós, responsable política de aquel concurso viciado y claramente manipulado para favorecer a una empresa. No está ni siquiera imputada en el proceso, de ahí que limitemos nuestra acusación a la señora Roldós al capítulo meramente político, por mucho que ella en su día tratara de defender el concurso en lugar de reconocer que fue una auténtica calamidad. Y la mejor prueba de que aquello era un pelotazo enfocado a que un empresario, Javier Artiles, abogado en ejercicio, imputado en ejercicio, se llevara una mordida espectacular, lo tenemos en cómo viene de dotado presupuestariamente la convocatoria que, por fin, parece pretender publicar la actual consejera, Brígida Mendoza, de Coalición Canaria. Desde junio ya conocemos al menos que intención hay, pero hasta este jueves seguía sin publicarse la licitación. Pero, para aclarar a los críticos las diferencias entre el concurso amañado para Lifeblood y el que viene, analicemos los datos que se conocen públicamente.