Los amantes del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria siempre estarán en deuda con Manolo García. Fue él quien, a mediados de los setenta, resucitó una fiesta que había muerto -como otras muchas cosas y muchas personas- a manos de la dictadura franquista. Fue mimado por Juan Rodríguez Doreste, el alcalde que logró dar brillo y esplendor a los Carnavales, el que trató de dispersarlo entre los barrios de la ciudad, y luego rompió con la oficialidad por considerar que aquello era otra cosa distinta a lo que él soñó. Alcaide Perpetuo del Castillo de La Luz, este isletero de pro que fue instalador eléctrico y hasta cónsul honorario de Guinea Ecuatorial, desapareció hace unos años de la escena carnavalera, de la que siempre tenía una opinión que ofrecer. Su cuerpo sin vida fue encontrado en su casa la mañana de este miércoles por sus familiares, que lo velan en el tanatorio de San Miguel. Desde allí partirá su entierro este jueves, a las 16.30 horas, rumbo al cementerio de San Lázaro.