La malcriadez de Cardona solo puede ser superada por su torpeza. Porque acusar al PSOE de fracasado por haber pasado en 2011 de una mayoría absoluta a la fría oposición es recordar lo que le ocurrió a su propio partido en 2007, y lo que muy probablemente le ocurra a él como no cambie su actitud y sustituya la altanería y el revanchismo por mano izquierda y un poco de humildad. Sus excesos los tuvo que pagar quien no tenía culpa, Ángel Sabroso, a quien se dirigió la socialista Isabel Mena pidiendo la venia para hablar con quien, en desafortunada definición del alcalde, también debe ser un fracasado: formó parte del gobierno de Pepa Luzardo que perdió en 2007. También lo acorraló bien el portavoz, Sebastián Franquis, al destapar el tarro de las esencias y, puestos a mirar hacia atrás con ira, restregarle en las narices asuntos propios como La Favorita, el Canódromo o el Plan General, que ha costado en sentencias judiciales más de 70 millones de euros. Pero quien le hizo un traje a la medida a Juan José Cardona fue el también socialista Fernando Navarro: “En algo me diferencio de usted, que va a sitios a los que yo llevo a mis alumnos a hacer prácticas”. Navarro es profesor de Derecho Penal, como luego recalcó muy resentido el propio Cardona, imputado por el caso Canódromo. Sus remache fue de taberna: “Tenga cuidado con lo que dice por si se va a tener que tragar sus palabras”. De mal en peor.