A pesar de las estrecheces, los hay que continúan haciendo denodados esfuerzos por demostrar que con poco se pueden hacer grandes contribuciones a la cultura en sus más diversas manifestaciones. Es lo que sigue haciendo el Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC), a menudo perseguido por las autoridades que no soportan el ejercicio de libertad de expresión que se practica en esa asociación. Pero la gente de César Rodríguez Placeres, como decíamos, continúa adelante y acaba de sorprendernos con la edición de un libro cuyo título lo dice todo: 1.000 nombres propios guanches. Sorprende de entrada el número, mil, lo que ayudará a muchos a aclararse ante ese galimatías en que muchas familias se meten al pretender bautizar a sus vástagos. El CCPC ha llegado a esa cantidad tras “una exhaustiva compilación de antropónimos de los primeros pobladores de las Islas”. El trabajo incluye datos esenciales de cada nombre como el género, la isla de procedencia, genealogía, “información sobre su participación en algún acontecimiento relevante o sobre su mención en algún documento relativo a los aborígenes que fueron hechos esclavos y vendidos en los mercados europeos”. Junto a cada antropónimo se incluyen variantes del nombre propio citado. Aún siendo tantos, dice la editorial que “no están todos los nombres propios aborígenes existentes en la amplia bibliografía, pero sí una gran parte de ellos y, por supuesto, los más significativos”. Como propina se incluyen unos cincuenta cuadros biográficos en los que se amplía la información de aquellos antropónimos de mayor tradición y raigambre en Canarias: Doramas, Guadarfía, Zonzamas, Bencomo, Armiche, Tibiabín, Tamonante, Ayoze, Fayna, Tanausú, Artemi, Iballa, Ico...