Tres noticias, tres personajes, tres negocios. Los tres con una trayectoria que refuerza esa entrega al interés empresarial. A Soria le toca ahora defender a Repsol con sus prospecciones, aún a costa de la inmensa mayoría de las instituciones canarias, que temen que se ponga en serio peligro la industria turística, la espina dorsal de la economía canaria, la que ha impedido que la crisis económica sea aún más brutal de lo que está siendo. Ya defendió en el pasado otros proyectos empresariales con tanto ahínco que se tuvo que sentar ante una magistrada para explicar su connivencia con un empresario al que terminó autorizando 7.000 camas turísticas en plena moratoria. Jorge Rodríguez, que tiene concedida por el Parlamento de Canarias una compatibilidad para ejercer como abogado, está pendiente de sentarse en el banquillo para responder a una acusación por un delito de tráfico de influencias. En 2006, cuando su partido gobernaba en la ciudad de Telde, intercedió por una empresa a la que le amañaban los concursos para hacer viviendas sociales. No aprendió aquella lección y, lejos de ejercer como abogado como dijo a la Cámara de la que es parlamentario, sigue actuando como componedor ante instituciones regidas por su partido. Su condición de aforado ha obligado a la Justicia a hacerle una pieza separada y mandarlo a juicio en el Tribunal Superior de Justicia, porque hasta esos gastos extras nos provocan estos diligentes intermediarios empresariales.