Que la justicia es un cachondeo no es frase nueva. La patentó para regocijo de las generaciones futuras aquel famoso alcalde andaluz (y andalucista) de nombre Pedro Pacheco. Y no sin sus correspondientes disgustos, pero el hombre dejó abierta la brecha por la que los españoles colamos de manera sucesiva los extraños fenómenos que quizás con demasiada frecuencia vemos revolotear por las sedes judiciales. La historia que les acercamos hoy está relacionada con el Juzgado de Instrucción 6 de Las Palmas de Gran Canaria, donde quizás se acumule el mayor número de polstergeist de toda la autonomía, descontando el poemario del juez poeta de Santa Cruz de Tenerife, que ésa es otra. Es en Instrucción 6 de Las Palmas de Gran Canaria donde se investiga la presunta tenencia ilícita de armas del archiconocido José Miguel Suárez Gil, más archiconocido como el Zorro Plateado. Esas armas entre las que se encontraba aquella que él, en un arranque de macho ibérico en peligro de extinción, utilizó para encañonar a su esposa un día de enero del año pasado. Porque, además de los delitos derivados de ese encañonamiento por los que ya ha sido juzgado y condenado (pendiente de que se lo pueda volver a tragar para ingresar en prisión), a tan insigne coordinador empresarial le puede caer otro puro por las armas sin licencia que cobijaba en su guarida y otras que aún están por aparecer y que seguramente requerirán un poquito más de diligencia policial. La Guardia Civil ya ha verificado una por una las armas halladas y ha concluido que, efectivamente, algunas de ellas carecen de la correspondiente licencia.