No había acabado la Junta Directiva Regional del PP de este viernes y ya nos llegaban las primeras reacciones al diseño del congreso regional que Soria sometió a la consideración (unánime, eso sí) de sus correligionarios. Porque además de rodearse de personas de su máxima confianza y lealtad (“sumisión” fue la palabra que empleó alguna de nuestras fuentes), el presidente del PP apartó a veteranos sabios incluso del privilegio y el protagonismo de elaboración de ponencias. Así, se echa en falta la presencia destacada en esos roles del secretario general regional, Manuel Fernández, lo que ha llevado a algunos a insistir en que se aproxima un cambio en la cúpula. Pero tampoco está José Miguel Bravo de Laguna, al menos por el momento, ni el parlamentario popular por excelencia, el incombustible y todoterreno Miguel Cabrera Pérez-Camacho. Ni por supuesto los defenestrados Ángel Llanos o Larry Álvarez, valores que pocos discuten dentro del PP cuando se habla discretamente, pero que seguramente estarán en ese congreso como compromisarios. Por contra, Soria ha encargado el peso de la ponencia política a María Australia Navarro y a Asier Antona, presidentes insulares de Gran Canaria y La Palma, respectivamente, pero no necesariamente aclamados como grandes estrategas del partido. En el reparto de premios hay incluso una ofensa para la dirigencia histórica tinerfeña: el encargo de una comunicación a la ex concejala santacrucera Maribel Oñate, catapultada al estrellato por su deshonroso papel de perseguir hasta la extenuación a compañeros como Alfonso Soriano, primer presidente de esta autonomía cuando aún era pre.