La preocupación ha calado profundamente en el Partido Popular, cuyos dirigentes canarios se esfuerzan con denuedo por lanzar mensajes que suavicen o expliquen las duras consecuencias de las medidas del Gobierno de Mariano Rajoy contra Canarias. Culpar de esas medidas al Gobierno de Paulino Rivero y a la herencia de Zapatero, al déficit o a los mercados tiene un recorrido muy corto, y hay quienes sostienen sin ningún tipo de ambages que esa estrategia no está provocando otra cosa que un fortalecimiento del presidente canario, de su partido, Coalición Canaria, y de su socio, el PSOE. Porque la tradición indica que ante agravios de Madrid incluso se disculpan las mediocridades locales y se enquistan las posiciones, y lo que era un remolino se torna piña; lo que era indiferencia, combativa canariedad. Soria debería saberlo porque en más de una ocasión convivió con esos sentimientos alrededor de la misma mesa del Consejo de Gobierno. El próximo viernes, en Las Palmas de Gran Canaria, habrá Junta Directiva Regional del PP, donde se supone que el presidente regional dará a conocer la fecha del congreso y sus aspiraciones a repetir. Quizás alguien aproveche el máximo órgano entre congresos para sugerir al ministro que por ese camino no habrá mucho margen de maniobra desde ahora hasta 2015.