Pero hablemos de la regeneración que la portavoz del PP en el Parlamento de Canarias dice haberle propuesto al PSOE con resultado negativo. Regeneración debe ser, por ejemplo, elegir como presidenta del PP de Lanzarote a una parlamentaria con una orden de derribo de una parte de su chalet en La Bufona por haber hecho ampliaciones de manera ilegal, un comportamiento que en cualquier país civilizado del mundo, ya le habría acarreado la dimisión de todos sus cargos. Ya se la pedirán cuando a Astrid Pérez le revienten en la cara los mismos argumentos que la llevaron a denunciar por prevaricación a su antecesor en los Centros de Arte y Cultura del Cabildo de Lanzarote. Por no hablar de Fuerteventura, donde el mismo partido ha vuelto a depositar su confianza en Águeda Montelongo en un congreso amañado en el que se impidió una lista alternativa con una artimaña administrativa que se dilucidará en los tribunales de justicia. El PP majorero renueva como lideresa a una política que se permitió emplear dinero público para pagar los hoteles, los coches de alquiler y las cuchipandas de varios cargos públicos del partido (entre ellos al hoy secretario de Estado de Seguridad Social), que por abusar de su posición política llegó a pagar con dinero del Patronato de Turismo hasta sus fotografías para una campaña electoral. Ni una dimisión, ni una explicación distinta a “todo fue un error y el dinero se ha repuesto”. Vayan y díganselo al electricista que robó el Códice Calixtino, a ver si con la pantomima de devolución que hizo ayer Rajoy el delito queda expiado.