Los viejos rockeros nunca mueren. Y José Carlos Mauricio no solo está vivo, sino que parece tener claro que llegará a su tumba con la chupa puesta y entonando su antepenúltimo ¡oh yeah! El nuevo director de Casa África, Santiago Martínez Caro, lo ha rescatado de su retiro personal y político de La Atalaya, en Santa Brígida, para ponerlo al frente del consejo económico y social de la entidad, un órgano que hasta ahora nadie había considerado necesario activar pero que, con la que está cayendo, pasa a convertirse en un instrumento prácticamente imprescindible. Y apto solo para voluntarios. Porque, por lo que nos aseguran, José Carlos Mauricio, el histórico conseguidor, el líder que lo predijo todo, el aglutinador al que solo frenaron las urnas, llega a Casa África a aportar algo de lo que está careciendo demasiado la política regional, particularmente la económica: estrategia. Y sin cobrar un solo euro. Porque a Mauricio se le puede negar todo, y se le pueda acusar de cualquier cosa, pero hay que reconocerle siempre su capacidad para la estrategia, para encajar las piezas del puzle más complejo y para ver más allá que el resto. Su llegada a Casa África coincide con la peor etapa económica del organismo desde su reciente creación, y consecuentemente, con el momento en que más decisiva puede ser su aportación para relanzar las posibilidades de Canarias en el concierto internacional, particularmente con el continente vecino.