Pero siendo falaces sus acusaciones al Gobierno por no tener hidroaviones o no tener medios humanos o terrestres para apagar incendios, competencias que tienen delegadas los cabildos insulares como sabe perfectamente el ministro isleño, lo que lo convierte en un desvergonzado es la complicidad que él mismo tiene en todas esas acusaciones que lanza. Acosado por una valoración como ministro que lo sitúa a la cola de todo el Gabinete de Rajoy, y con el cada vez más inminente encargo de regresar a Canarias a disputar la presidencia de la Comunidad en 2015, Soria se aferra a arquetipos que resultan muy atractivos desde el punto de vista propagandístico: por ejemplo, pedir la desaparición de la Policía Canaria o el desmantelamiento de la Televisión Canaria son argumentos que calan bien entre la población, que olvida con suma facilidad que el mismo que ahora clama en tal sentido contribuyó con su voto y su empuje a crear ambos entes y darles brillo y esplendor. Pero, siendo tan puñetero como es Soria en resucitar infamias de los gobiernos de los que ha formado parte, ¿a qué está esperando Paulino Rivero para rescatar de los archivos del Boletín Oficial de Canarias, por ejemplo, las adjudicaciones efectuadas por Soria en materia de software informático? ¿Cuántos hidroaviones, acorazados y tanques blindados podríamos comprar con los millones y millones de euros enterrados de por vida en un sistema, el Sefcan, que obliga a la Comunidad Autónoma a depender de un proveedor único para atender su sistema contable? Por no hablar de los concursos de la Consejería de Turismo en la etapa del tándem Rita Martín-Mari Carmen Hernández Bento, a través de los cuales se untaron medios informativos y se engrasaron agencias de publicidad especializadas en campañas políticas, particularmente del Partido Popular. Como le dijo a Soria la malograda Toñi Torres cuando se lo cruzó en plena Mesa y López, “estás bonito tú”.