Los censurantes de La Palma y muchos otros dirigentes del Partido Socialista en Canarias no parecen haber entendido nada de lo que está pasando. No se trata solamente de fortalecer el pacto con Coalición Canaria, en absoluto puesto en vilo por esta nueva indisciplina por mucho que algunos hayan querido escenificar lo contrario, sino de marcar distancias claras y muy bien definidas con el Partido Popular. No se trata tampoco, como destacan desde la dirección regional, de pactos puramente locales, de esos que se celebran a mayor gloria de los revanchismos y las diferencias personales, sino de un modelo de alianzas políticas que excluya por completo un acuerdo con el partido que ha destrozado los derechos de la gente, que ha arruinado a la clase media, que ha metido en la pobreza a una amplia capa de la sociedad y que desmonta sin recato la sanidad y la educación públicas. Es una necesidad nacional que algunos no saben interpretar todavía. Esa postura de rechazo frontal al PP, y no las reacciones más o menos aisladas a las indisciplinas, es la que a la postre terminará fortaleciendo los acuerdos presentes y futuros con Coalición Canaria. Hay pruebas evidentes cada día en el devenir del Gobierno canario, con decisiones impensables si uno de los socios fuera la muchachada de Soria, y se va a escenificar de manera clara el próximo martes en Madrid: Rubalcaba hará de presentador de la conferencia que en el Forum Europa va a pronunciar Paulino Rivero en el Ritz. Ya hablan de acuerdos de más largo recorrido, como los que el PSOE está sellando con las demás fuerzas políticas opositoras (IU, PNV, CiU o UPyD) para recuperar el poder en 2015 y reparar los estropicios que dejará el PP. Este jueves, en El Paso, isla de La Palma, se celebrará por el contrario una concentración para exigir que el PSOE readmita a los seis rebeldes. Les señalan la luna y se quedan mirando al dedo.