El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Santiago Pérez y Mari Mar Julios animan el cotarro
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Cuatro meses van a dar para mucho ajetreo político en Canarias, para lo bueno y para lo malo. Y no les vamos a hablar otra vez de Podemos, que mantiene casi intactas sus expectativas de voto en las instituciones donde decida finalmente presentarse (que ésa es otra), sino por los movimientos de distinto signo que se están produciendo en las tradicionales formaciones. A excepción del PP donde –ya se sabe- nada se moverá hasta que el Gran Timonel señale con su beatífico dedo quién se viene, quién se marcha y quien se queda. Tampoco toca hoy hablar de la incertidumbre que se cierne sobre el candidato de Coalición Canaria, Fernando Clavijo, blindado por los suyos al grito de “tú no te muevas ni un milímetro”, pero acuciado por sus problemas con la Justicia y por la crisis abierta en su propia formación por su clara deriva hacia estribor. Ni siquiera nos vamos a referir a la marejada, con áreas de fuerte marejada, que se vive en el PSOE, con una candidata empeñada en prescindir de todo lo que pueda tener algún tipo de tufillo de los otros dos compañeros que se presentaron con ella a las primarias abiertas de aquella manera tan sandunguera que todos conocen. El cotarro lo animan hoy dos personas que teóricamente no habrían de tener nada que ver con lo hasta aquí relatado, pero que van a influir de manera notable en lo que pueda ocurrir a partir de ahora. La decisión de Coalición Canaria de proponer a la diputada grancanaria María del Mar Julios como sustituta de Miguel Zerolo al Senado en nombre de la Comunidad Autónoma ha abierto otro frente a su partido por el cabreo monumental del Partido Nacionalista Canario, socio ma non troppo al que se había prometido un movimiento en la lista de los diputados por Tenerife mandando a uno de ellos para el Senado y haciendo entrar de este modo en la Cámara regional al presidente del histórico partido, Juan Manuel García Ramos. Este sábado habrá comité federal del PNC y de ahí saldrá muy probablemente una declaración de apertura de hostilidades.
El difícil desembarco en el PNC
La ruptura del PNC con Coalición Canaria también estaba en la hoja de ruta de los rebeldes de esta última formación, que ya habían establecido contactos a dos bandas (con el PNC y con Nueva Canarias) hacia una confluencia nacionalista en mayo próximo que plantara cara a la candidatura conservadora de Fernando Clavijo. No es lo mismo, como comprenderán, promover desde el PNC una alianza así siendo socios de CC que con un enfrentamiento tan a huevo como el que se va a producir en los próximos días. En el partido de García Ramos ven con buenos ojos esa confluencia nacionalista aunque, en honor a la verdad, todo se reduce de momento a contactos informales que quedaban pendientes de hitos como el de María del Mar Julios, cuya designación precipitará los acontecimientos más de lo previsto. El PNC ha sido siempre la opción que se ha barajado para el desembarco de los descontentos de Coalición Canaria por motivos tan variados como el carácter histórico de esa formación, el significado indubitado de sus siglas y hasta su escasa implantación electoral. En más de una ocasión se ha asociado a ese partido con el futuro político más inmediato de Paulino Rivero, pero cualquier consideración al respecto está reducida en estos momentos a la pura especulación porque nada en la política que conocemos, por encima de las coincidencias ideológicas, programáticas y estratégicas, separa más que un choque de egos. Y el tamaño de los egos que podrían echarse a pelear en un escenario a sí no invitan a pensar en un final (ni siquiera en un principio) feliz. De ahí que el plan más verosímil tenga más que ver con las alianzas electorales coyunturales. Sea cual sea la fórmula escogida –de producirse- el daño a CC sería considerable, especialmente en las islas de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura, donde más está arraigando el movimiento protestante contra Clavijo y su equipo médico habitual.
Santiago Pérez vuelve al terrero
Pero si algo puede animar todavía más el escenario electoral de mayo próximo, particularmente en la isla de Tenerife, es la decisión (aún en remojo) de Santiago Pérez de no abandonar la política. El veterano socialista, alejado voluntariamente del PSOE tras su derrota en unas primarias frente a José Miguel Pérez, había sostenido estos últimos meses que no le cautivaban los cantos de sirena que sonaban a las puertas de su casa, y que por lo tanto, no volvería a presentarse nunca más. En este mandato ha ejercido más de maestro que de concejal en el Ayuntamiento de La Laguna, impartiendo doctrina política y enseñando a los más jóvenes y a los más viejos del lugar qué cosas no deben hacerse nunca. Muchos no le han hecho caso y van camino de acabar mal, ya verán. Román Rodríguez ha sido, con diferencia, el que más le ha calentado la sesera, y todo hace pensar que Santiago Pérez acabará integrándose de alguna manera en las listas de Nueva Canarias. Su vocación es la de presentarse de nuevo a la asignatura pendiente de ser alcalde de su ciudad, La Laguna, que a punto estuvo de alcanzar cuando venció holgadamente las elecciones de 1999 (13 concejales frente a 10 de CC), pero un pacto de nacionalistas y populares se lo impidió. De hecho, las encuestas que se manejan en los ambientes políticos, empresariales y periodísticos lo sitúan como el político más conocido y valorado en la ciudad, y la formación por la que es concejal (Socialistas por Tenerife) mejoraría levemente. Sin embargo, Román lo quiere para que forme parte de la lista al Parlamento por Tenerife, plaza que Nueva Canarias lleva trabajándose muy activamente desde hace años haciendo acopio de descontentos de otras formaciones que concurrirán a alcaldías muy señeras de la isla. De aceptar ese reto y formalizarse lo que ya se dibuja como una merma importante de apoyos a ATI/CC, las encuestas van a tener que revisarse una por una.
La tocada de narices de Sí se Puede
Es difícil conocer cuáles han sido los motivos que han llevado a Santiago Pérez a replantearse seriamente su decisión de retirarse de la vida política activa. Luchador antifranquista desde la juventud, militó durante treinta años en el PSOE, donde ocupó importantes puestos, tanto en la política insular como en la nacional. Fue la mano derecha de Juan Fernando López Aguilar, a quien acompañó en la más amarga victoria (2007) que jamás tuvo el socialismo canario en su historia, y cayó en desgracia quizás por abrazar un discurso y un comportamiento que disgustan enormemente a la oligarquía tinerfeña, a la que ha puesto en más de una ocasión ante la justicia por casos tan sonados de corrupción como Las Teresitas. Está de vuelta de todo en política y no le tientan los cargos porque quizás sea el prototipo clásico de político vocacional en peligro de extinción. No necesita de la política para vivir bien: su otra vocación es la de la docencia universitaria, que ejerce en la Universidad de La Laguna como profesor de Derecho Constitucional, y su situación familiar le permite una posición económica más que holgada. ¿Puede haberle tocado las narices (por hablar fino) el comentario despectivo que Sí se Puede puso negro sobre blanco en su informe de coyuntura política, en aquel desafortunado párrafo en el que se le ensalzaba como político honrado a la vez que se le identificaba con lo peor de la casta? Vaya usted a saber. La noticia es que Santiago Pérez no se retira, y ya nos iremos enterando de los intríngulis.
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