Por si había alguna duda de que lo que contábamos era verdad y de que lo que instruyó el juez García Sotoca también va a misa, este martes hemos sabido que el Tribunal Superior de Justicia ratifica las investigaciones y ?en su globalidad- las noticias que publicó CANARIAS AHORA sobre la cuestión. No hay ni una sola información nuestra que haya sido rebatida por nadie, a excepción del principal imputado, y ni un solo fundamento para sostener aquella majadería absurda de José Manuel Soria sobre una surrealista conspiración contra él y las almas cándidas del Partido Popular de Canarias. Porque si hay acusación formal contra Jorge Rodríguez y otros por tráfico de influencias, prevaricación y hasta cohecho, y lo sostienen el juez instructor y los magistrados del Tribunal Superior de Justicia, es evidente que no hay conspiración maldita, salvo que en ella, además de a la Policía, a la fiscalía, al PSOE y a los periodistas se quiera incluir a los magistrados de tan almidonado tribunal. Pero, desgraciadamente, por el camino han sido más los daños colaterales que los que deberían estar sufriendo los que en realidad se repartieron el turrón. Han acusado y perseguido a policías por hacer honradamente su trabajo; han pagado dinero público a Intereconomía y a otros plumillas con sede en Canarias para que contribuyeran como mercenarios que son a alimentar esa teoría de la conspiranoica que, en días como ayer, se desmoronan como figuras de arena ante la primera pleamar. Y se ha puesto en entredicho la credibilidad de instituciones y personas con el único objetivo de confundir, de extender la duda como eficaz método para salvar a los corruptos bajo el lema de “todos son iguales”.