Después de la primera andanada que se llevó el Gobierno por la aventurada historia de la reducción presupuestaria vinieron las majaderías del fraude de no residentes. Y metidos en majaderías, el ministro canario ha vuelto a demostrar que es un consumado campeón. Su imaginación se echó a volar y empezó a imaginarse a viejos reclutas “que hicieron la mili hace veinte años”, seguramente en el desaparecido cuartel de Hoya Fría, viajando de vez en cuando a Canarias acogidos al descuento de residente. Una bobería solo posible en boca de Soria porque esos reclutas tan veteranos habrían estado veinte años de sus vidas sin poder votar ni acogerse a ningún otro servicio del municipio en el que realmente residan. Ya puestos a incordiar, le faltó al ministro canario atribuir el fraude a los miles de estudiantes canarios que estudian fuera de las Islas, mayormente en universidades peninsulares, que tiran de DNI cada vez que trincan un billete barato en una low-cost. Por no hablar de los estudiantes repetidores, que para nuestro insigne ministro supondrían también una pesada carga para los presupuestos del Estado si todos se ponen a viajar varias veces durante cada uno de sus numerosos cursos académicos. Quedan excluidos de cualquier consideración sospechosa los diputados y senadores del Reino, así como sus excelencias los ministros, particularmente aquellos que cobran la subvención como diputados con domicilio oficial fuera de Madrid que en realidad viven en Madrid, como es el caso de nuestro ya tantas veces mencionado José Manuel Soria. Por cierto, ¿defrauda un ministro que vive en vivienda oficial, cobra dieta de 1.823 euros como diputado de provincias y se beneficia del 50% de residente en Canarias? Solo por saber, que el saber no ocupa lugar.