Las andanzas del ministro José Manuel Soria en torno al concurso de asignación de potencia eólica en Canarias en 2004 no acabaron con aquel viaje a Magdeburgo que su hermano Luis explicó muy groseramente ante un juez asegurando que se encontró en aquella ciudad alemana de modo casual con los hermanos Esquivel, justo debajo de una megaturbina que los empresarios pretendían instalar en el dique del puerto de Arinaga. No contento con que CANARIAS AHORA relatara pormenorizadamente cómo hizo requiebros a la ley para beneficiar a su casero, Javier Esquivel, que le regaló 24 meses de estancia gratuita en uno de sus lujosos chalets de Santa Brígida, el hoy ministro de Industria y Energía tuvo unas cuantas incursiones desafortunadas en el terreno judicial, una como demandado en la jurisdicción social por ordenar despedir del Cabildo al que denunció aquellas prácticas indecentes, y otra contra el director de CANARIAS AHORA por publicar, documentos acreditativos en mano, que había aceptado la prebenda de Esquivel. La jurisdicción laboral declaró nulo el despido de Francisco Cabrera, el gerente de la empresa pública Megaturbinas de Arinaga, un fiel votante del PP que no se quiso prestar a la componenda de neutralizarla para dejar el terreno expedito a los Esquivel. La sentencia hacía hincapié en la existencia de trapisondas que sin embargo no quisieron ser investigadas por la instancia que entiende de los aforados en Canarias.