No ha habido esta vez videoclip amenazante rodeado de coníferas e hibiscos de José Manuel Soria, quizás porque la decisión de Morales ha cogido a este Gobierno con los calzones en los tobillos, o quizás porque las bravatas y la altanería con la que se condujo hace dos semanas con la crisis de Repsol en Argentina le está pasando una dura factura a los intereses y a la credibilidad españoles, siempre en discusión por esa postura de conquistadores que respecto a Latinoamérica todavía conservan algunos de nuestros gobernantes. Lo que sí hizo el Gobierno cuando empezó a reaccionar, horas después de que se conociera la expropiación y la ocupación de la sede de Red Eléctrica en Bolivia, fue decir que no es comparable este incidente con el de Argentina. Las explicaciones las conoceremos cuando los sesudos analistas de Rajoy analicen mejor los por qué y nos desmenucen los motivos por los cuales la filial de una empresa en la que el Estado tiene un 22% de participación a través de la Sepi es menos importante que la filial de una multinacional privada con capital minoritario español.