Es imperdonable hacerle un feo a quien en estos momentos está defendiendo como un auténtico Espartaco el buen nombre y el honor de España, tanto en el continente como allende los mares. Resulta agresión de lesa patria no contentar a nuestro más destacado ariete en la reposición de los derechos mercantiles de la transnacional Repsol, allí donde estén los intereses de esa petrolera. Esos atributos patrióticos que ahora mismo encarna el ministro de Industria, Energía y Turismo de España no parecen haberse tenido en cuenta de modo incomprensible por la Asociación Industrial de Canarias (Asinca) que este martes protagonizó un desagradable rifirrafe con José Manuel Soria a cuenta de una noble invitación al almuerzo anual de la entidad, a celebrar el próximo viernes en Santa Cruz de Tenerife. Asinca había invitado al ministro con un doble propósito: primero para que asistiera a ese acontecimiento tan señalado, donde se va a escenificar el periódico relevo al frente de la presidencia regional; y segundo, porque Soria ha sido distinguido con la Medalla de Oro de Asinca, y era el momento propicio para imponérsela.