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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Soria piensa en Nueva York

José Manuel Soria. Ministro de Industria, Energía y Turismo.

En la planta 53 del 60 Este de la calle 42, junto a la Estación Central de Nueva York, se encuentra la Oficina de Turismo de España en Nueva York, a cuyo frente se encuentra un alto funcionario con un salario que puede rondar los 20.000 euros al mes. Es uno de los destinos más apetecibles para un funcionario de carrera y al que solo unos pocos pueden acceder. Hasta el momento. El Ministerio de Industria, Turismo y Energía ultima un real decreto por el que se van a rebajar considerablemente las exigencias para acceder a plazas como la de consejero de turismo de España en destinos en el exterior para de ese modo abrir la puerta a la colocación arbitraria. Desaparecen exigencias como la de la experiencia mínima de dos años en puestos o funciones directamente relacionados con la actividad turística, o haber prestado servicios en la Administración turística del Estado. Con el proyecto que impulsa Soria, bastará con “pertenecer a alguno de los cuerpos de funcionarios de la Administración General del Estado clasificados en el Subgrupo A-1” y dominar el idioma del país en que se encuentre la oficina de destino“, según ha adelantado Eldiario.es. Como criterios para la designación ”se tendrán en cuenta los “servicios prestados y naturaleza y nivel de los puestos o cargos desempeñados” y la “idoneidad, preparación técnica y profesional para el adecuado desempeño del puesto en relación con las características específicas de cada destino en el exterior”. Centro de Congresos Magma, en Adeje: José Manuel Soria concede una entrevista al periodista Carmelo Rivero para el Diario de Avisos que se publica este pasado domingo. En ella, el ministro suelta una primicia: “Voy a estar en política mientras esté Mariano Rajoy y mientras él siga pensando que le soy útil. Pero en la siguiente etapa, yo ya no estaré y me dedicaré a otra cosa”. No ha confirmado cuál será esa otra cosa, pero en su entorno personal se da por hecho que no quiere volver a saber nada de la política en Canarias, ni siquiera de Canarias, donde el horizonte se le ha quedado corto. Y dicen también que lo que más le ha entusiasmado de esta etapa como ministro ha sido acompañar a los Reyes a viajes oficiales al extranjero. Soria pertenece al cuerpo de funcionarios del Estado, en concreto al de técnicos comerciales y economistas del Estado y, qué curioso, al subgrupo A-1; domina el inglés gracias a sus años familiares en el Reino Unido, y puede presumir de haber prestado un servicio impagable al Estado tras sus años de ministro del ramo. Sin embargo, no reuniría ninguno de los requisitos que ahora él mismo se carga para que el PP puede enchufarlo a él o a otros como él en puestos hasta ahora reservados a funcionarios altamente especializados y con experiencia de décadas.

Enseñando siempre la patita

La entrevista de Carmelo Rivero a José Manuel Soria es de la que marca épocas. Y no solamente porque el gran timonel anuncie su inminente retirada, ni porque insista en majaderías como la de que él fue la víctima y no el cohechante en el caso Salmón. No, en esta pieza, el ministro da algunas pistas que a los que somos expertos en su vida y milagros nos sirven de mucho. Por ejemplo, que en el momento en el que se prepara ese real decreto de embajadas turísticas en el exterior, él insista mucho en que es funcionario del Estado, que entró “en la Administración como jefe de sección, jefe de servicio, después subdirector general, y en política como alcalde, luego presidente del Cabildo, viceconsejero de la comunidad…” Lo que complementa a la perfección un paisaje laboral propicio para poder acceder a esa ansiada plaza neoyorquina, donde un jefe de oficina turística tiene un altísimo rango que le permite dedicarse a la vida contemplativa y a lo que él más le gusta, las relaciones empresariales. También arroja bastante luz sobre sus inminentes decisiones la fuente de información de la que se vale para conocer la evolución electoral española, Spanish polls, donde debe haber confirmado la tendencia hacia el abismo que viene apuntando su partido por sus propios y profundos errores y por la irrupción casi repentina de un partido que por primera vez compite con el PP en su mismo espacio sociológico, Ciudadanos. Pues sí, Soria se marcha, pero no lo hará pacíficamente. En la misma entrevista deja muy claro su sello inconfundible cuando humilla la figura histórica de José Miguel Bravo de Laguna llamándolo tránsfuga y chantajista. Y cuando manda su particular recado al dueño de Canarias7, Juan Francisco García: “Vamos a plantear que ninguna empresa privada relacionada con medios de comunicación pueda estar en la gestión de un medio público porque ahí hay una confrontación de intereses”. Una afirmación que se da de bruces con la dinámica histórica de la Radiotelevisión Canaria, cuya explotación mixta ha tenido siempre en empresas vinculadas al sector (como no podía ser de otro modo) la explotación de aspectos como la programación de entretenimiento, la explotación publicitaria y, por supuesto, los servicios informativos. Pero que encima sostenga esta máxima quien ha propugnado insistentemente que las teles públicas hay que privatizarlas o, en su defecto, darles cerrojazo, aconsejaría una terapia. O un viaje a Nueva York urgentemente.

Tarjeta roja a Herrera Velázquez

No ha sido esta la primera vez en este aún vivo proceso electoral en que José Juan Herrera Velázquez, secretario general de Coalición Canaria en Fuerteventura, micciona por fuera del tiesto. La primera fue aquella en la que, movido por vaya usted a saber qué ganas de arrinconar a Mario Cabrera, presidente del Cabildo, promovió el ingreso en el partido de quien fuera su bestia negra, el consejero de la oposición Sergio Lloret. Entonces provocó una tormenta muy medida porque a su lado se colocaron los que querían pasarle alguna facturilla pendiente al hasta entonces líder indiscutido insular, situado por voluntad propia en el bando de Paulino Rivero y, por consiguiente, en el contrario a los que se han dado en llamar “renovadores”. Tuvieron que sacarle tarjeta amarilla por una falta evidente de modales que colocó a toda la organización en trance de ruptura insular. Pero ahora se le ha ido la mano, ahora se ha enredado en sus propios regates y se ha caído con todo el equipo hasta el punto de hacerse merecedor de la tarjeta roja de su organización. Quiso poner en la lista al Parlamento a gente que controlara a Marcial Morales, y en la lista de Marcial Morales al Cabildo, a gente que controlara a Mario Cabrera. Metió a su hijo (auxiliar administrativo) en el quinto puesto al Cabildo para quitarle a Morales a su gurú financiero, y colocó en el séptimo, vaya usted a saber por qué, a una limpiadora de FCC cuyo encaje en un gobierno insular que maneja 70 millones de euros aparentaba ser muy caprichoso. Ocultó hasta el último minuto que había sacado nada menos que al secretario general nacional, José Miguel Barragán, del tercer puesto al Parlamento para que no pudiera renunciar antes de que él anunciara la purga. Todo al más puro estilo mauriciano, con el que tanto monta, monta tanto. Fue de tal calibre su intento por controlar a los suyos y a la vez a los ajenos que ha acabado por poner de acuerdo en su contra a los bandos hasta ahora enfrentados: Mario Cabrera no irá al Parlamento ni Marcial Morales al Cabildo si a alguno de los dos se les imponen candidatos indeseables en sus listas. Y ninguno de los dos hablará con Herrerita si no es en presencia de una tercera persona. Para Fuerteventura han mandado ya a José Miguel Ruano, que se constituirá en gestora unipersonal para tratar de que esta voladura no acabe con las expectativas electorales de Coalición en la isla. La que está acabada es la carrera política de Herrera Velázquez.

Cristina Tavío, sin gaviota

Mientras Soria anuncia a su manera que lo deja todo, en Canarias los suyos empiezan a establecerse por su cuenta. Y no nos referimos a José Miguel Bravo de Laguna, que ya ha puesto tanta tierra de por medio que parece que hace una eternidad que decidió plantarle cara al líder insustituible. Otros dirigentes de menor trayectoria pero con arraigada presencia en el partido, como Cristina Tavío, ya hacen sus pinitos para irse acostumbrando a la vida sin el Gran Timonel. La lideresa tinerfeña, que llegara a presidenta insular sin que se conozca a ciencia cierta el motivo por el que un día cayó en desgracia, se está tomando muy en serio su candidatura a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Tan en serio que la ha puesto en marcha casi a espaldas de su propio partido: este lunes presentó su proyecto de ciudad a través de una muy trabajada web que lleva un sugerente eslogan: “Vuelve Santa Cruz”, un enunciado tras el que podemos barruntar que se encierra su enésimo intento por hacerse con el bastón de mando o, más simple, el aviso a navegantes de que con sus renovadas ideas, la capital volverá a presentarse refulgente. Conjeturas aparte, lo cierto es que el intento es muy innovador y atractivo, con ganchos que invitan a leerse sus propuestas y a participar en los foros que propone. Llama la atención el exceso de retoque a la fotografía de presentación de la candidata, que no es precisamente que lo necesite, y sobre todo, la ausencia total de las siglas del PP y de su gaviotita cagona. Una confirmación más –como acabamos de ver en Andalucía- que el partido ha perdido su estrella y toca intentarlo con otra cosa que no sea la marca. Sí se adivina en algunas fotografías, metidas como con calzador, en las que se ve a algunos dirigentes del partido en un requiebro seguramente pensado para criticones como nosotros. Debemos felicitar a la candidata por ese doble atrevimiento: innovación sin sometimiento a las siglas. Dos apuestas seguras.

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