Aunque no aportó muchas novedades a lo ya sabido, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, logró este lunes su propósito de tranquilizar levemente a la cúpula empresarial de la provincia de Las Palmas, reunida en sesión extraordinaria para recibirlo en su sede de la calle de León y Castillo. El ministro aceptó la reunión casi de inmediato, y como era de esperar, desplegó ante la concurrencia sus ya conocidas habilidades para las relaciones en las distancias cortas. Quienes lo escucharon lo volvieron a notar seguro de sí mismo, sólido y dominando la situación. Cree que él y su Gobierno, el de Rajoy, están haciendo lo que deben hacer, y si hay alguna cosa que corregir, será en todo caso mediante ajustes finos, que los grandes despropósitos de Rajoy no se van a modificar en el trazo gordo. Soria contestó a todo lo que se le planteó, desde las prospecciones petrolíferas (seguridad, seguridad y más seguridad) hasta el deseo de algunos de los presentes de que esa amnistía fiscal, o instrumento parecido, se aplique también a los empresarios canarios perseguidos por el fisco por una incorrecta o fraudulenta (táchese lo que no proceda) materialización de la Reserva para Inversiones. Hay que reconocer que no hubo respuesta en esta materia, que no es de la competencia soriana, como no la hubo en la letra pequeña de la reducción de partidas para el descuento de residentes ni sobre las subvenciones al transporte. Sí confirmó, como ya adelantó a la consejera Margarita Ramos, que habrá una rectificación al decreto que se cepilló las energías renovables en Canarias, de las que hizo un canto ciertamente prometedor.