El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Última legislatura de Coalición Canaria
Por si no lo recuerdan, Coalición Canaria nació en 1993 desde el poder con una pirueta indecente de Manuel Hermoso. José Carlos Mauricio, ese estratega que ahora echan de menos, hizo bien los cálculos, contó 31 parlamentarios y forzó a Hermoso, vicepresidente del Gobierno, a hacerle una censura a su propio presidente, Jerónimo Saavedra. Se gestaba Coalición Canaria, un conglomerado de once partidos, once, todos ellos en el poder o en trance de ocuparlo inmediatamente, que se conjuraron para convertirse en nacionalistas. El núcleo de aquel invento eran las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC) que transformaron de la noche a la mañana su vocación insularista en puro nacionalismo canario, del que se convirtieron hasta hace tan sólo diez años, en interlocutores únicos. De aquellos 31 diputados (AIC, Ican, Asamblea Majorera y Centro Canario Independiente), a alguno de los cuales hubo que secuestrar (tal cual) en un hotel de Madrid y traerlo escoltado al Parlamento para que votara, la cosa ya va por 18, y bajando. Porque CC no ha hecho otra cosa que perder apoyos electorales y poder local en sus veintidós años de historia. El nuevo mapa municipal surgido del 24M y de la constitución de los ayuntamientos el pasado sábado refleja un alarmante retroceso solo eclipsado por el batacazo generalizado que experimenta el Partido Popular. Plazas tan señeras como Santa Cruz de Tenerife o La Laguna han pasado de mayorías absolutas indiscutibles con Manuel Hermoso o Miguel Zerolo, a resultados que empiezan a poner en riesgo incluso la aparición de los nacionalistas en el grupo de gobierno lagunero. En Gran Canaria, la presencia de CC es casi testimonial: una diputada regional y un consejero en el Cabildo de la isla es su balance después de perder el poder en municipios como Guía o Telde, o continuar sin representación en Las Palmas de Gran Canaria. La accidentada marcha de Paulino Rivero y su sustitución por Fernando Clavijo ha hecho aflorar un grave problema de liderazgo que los viejos prebostes de la no menos vieja ATI (Agrupación Tinerfeña de Independientes) han respondido resucitando a una momia política, Manuel Hermoso, el eterno alcalde de Santa Cruz, y un ejemplo vívido de que al PSOE, especialmente al PSOE, se le puede traicionar sin ningún tipo de temor, y por consiguiente, sin consecuencias.
Ni en Granadilla hicieron caso a Clavijo
Que a Fernando Clavijo y a su secretario general en el Ayuntamiento de La Laguna (Corporación aún por renovar por un recurso contencioso electoral del PP) los fuera a ver la semana pasada el único concejal de Ciudadanos en Granadilla, Arquipo Quintero, dejó abierta la hipótesis de que el partido de Albert Rivera sumaría ese solitario voto a un pacto entre Coalición Canaria y el PP que impidiera gobernar al ganador de las elecciones en ese municipio, el socialista Jaime González Cejas. El secretario debió contarle que la Ley Canaria de Ayuntamientos puede dejar a un concejal expulsado de su partido sin sueldo durante los cuatro años, lo que seguramente disuadió a don Arquipo, cuyo partido tiene entre sus líneas rojas infranqueables hacer alcalde de cualquier localidad a un nacionalista, sea del partido que sea. Pero la noticia se trasladó entonces a la mesa del pacto regional, en cuyos alrededores Fernando Clavijo (que sigue siendo presidente de CC en Tenerife) firmó un acuerdo para la localidad de Granadilla con el presidente de la gestora del PSOE en la misma isla, Héctor Gómez, según el cual CC apoyaría al pertinaz alcalde socialista, acuerdo que evidentemente no se cumplió en clara demostración de que a) Clavijo no manda o b) ni la palabra ni la firma tienen valor en tiempos del cólera. La cosa no le fue mejor al PSOE en otras plazas, como Puerto de la Cruz, donde CC lo mandó a la oposición; o en Arona, donde los nacionalistas se dieron un tremendo batacazo (mayormente por corruptos) y terminaron por votar al candidato conservador en vez de al socialista, que tendrá que gobernar en minoría. Sin despreciar, por supuesto, el desplante dado en Santa Cruz de Tenerife, donde un Bermúdez crecido (sin coñas, ¿eh?) tras el respaldo de su partido y del redivivo Manuel Hermoso, dio plantón a los socialistas con cajas destempladas para reeditar un pacto con el PP que va a dar para mucho este mandato. Nada de esto parece quebrar el buen ánimo de los socialistas, presos de su perenne síndrome de Estocolmo con Coalición Canaria y también víctimas de un desgobierno regional y una ausencia total de liderazgo en Tenerife. La destitución de toda la Ejecutiva y el nombramiento de una gestora no ha hecho otra cosa que mostrar en toda su crudeza el ejército de Pancho Villa en que se ha convertido ese partido en Tenerife. Héctor Gómez, al que pusieron al frente de esa gestora, es un tipo seguramente con mucho futuro pero con pocos galones como para lidiar con una tropa así. La versión oficiosa de la Ejecutiva Regional y de la comisión negociadora es que el balance de muertos y heridos ha sido inferior a lo esperado. Continuamos para bingo.
Morder el polvo en La Laguna
A Javier Abreu, secretario general del PSOE en La Laguna y concejal electo, se la traen al pairo estos desafueros. Desde que conoció los resultados la noche electoral supo lo que no iba a hacer por las buenas: ceñirse a un pacto regional en cascada sin hacer valer la caída de concejales de Coalición (de 13 a 7) y el incremento en un acta del PSOE (de 4 a 5). Pero al ser necesaria una tercera fuerza política, Abreu también puede agarrarse a la doctrina Bermúdez, consistente en buscar fórmulas para la gobernabilidad de La Laguna al margen de su socio hasta ahora mismo. Las posibilidades que se abren son variadas y casi ninguna tiene que ver con hacer alcalde al candidato nacionalista, José Alberto Díaz, lo que ha hecho activarse a la diputada nacional Ana Oramas, que ve en esta cuestión algo más allá de lo estrictamente político. Oramas ya ha advertido a Abreu de que CC no le va a hacer alcalde en aplicación de una de las fórmulas posibles: un pacto a tres entre Coalición, PSOE y Ciudadanos, que ya ha recordado a propios y extraños eso de no hacer alcalde a ningún nacionalista. Cada vez gana más cuerpo la hipótesis de que CC pase a la oposición en esta importante plaza y se convierta en alcalde un socialista, bien en la figura del muy mentado Javier Abreu, o bien en la de Santiago Pérez, que con tres actas podría ejercer de primus inter pares ante el natural rechazo que van a intercambiarse cariñosamente socialistas y podemistas (Rubens Ascanio) para evitar votarse entre sí. ¿Y el PP? No descarten ustedes nada cuando se trata de Antonio Alarcó, o casi nada, porque disciplinado sí es el doctor. No está obligado por ningún acuerdo regional ni nada que se le parezca porque con sus votos no suma para hacer alcalde al nacionalista José Alberto Díaz. Pero su apoyo puede ser muy interesante para un acuerdo entre el PSOE, XTenerife y Ciudadanos para hacer alcalde a Santiago Pérez Al fin y al cabo al veterano socialista le debe Alarcó haber salido senador en 2008, su estreno en la Cámara Alta: ante una impugnación en las mesas de La Laguna, Santiago Pérez, entonces líder del PSOE, le proporcionó las actas de sus interventores que los nacionalistas le escondieron y los suyos propios habían olvidado en casa. Aquel recuento dejó en la cuneta a Ricardo Melchior y supuso el comienzo de la carrera senatorial del conocido doctor.
El Cabildo, en el alero
Con esa ausencia de liderazgo en Coalición Canaria, que se repliega a sus tiempos de las AIC, con el resurgir de las viejas glorias que ansían venganza contra el pérfido socialista denunciante de Las Teresitas y con la amenaza de perder La Laguna, a Carlos Alonso se le están alineando los astros para abrazarse corriendo al PP en el Cabildo de Tenerife. Las fuerzas vivas de ATI lo reclaman con anhelo y resulta una tentación gobernar con quienes están dispuestos a hacer el pingüino [hacer el pingüino: andar dificultosamente con los pantalones bajados a la altura del tobillo todo un mandato o legislatura]. Dado que los cabildos habrán de constituirse antes de que termine el mes de junio y el Ayuntamiento de La Laguna no lo hará hasta el 3 de julio, no descarten ustedes que Alonso ejecute una orden muy singular: tú toma posesión como presidente (en los Cabildos basta con ser el candidato más votado) y no delegues ninguna competencia, es decir, no repartas las áreas, hasta que veamos qué hacen estos en La Laguna. Como siempre, los nacionalistas harán valer su ley del fonil (el embudo donde tienen una hora más) y recordarán al PSOE que ciudad de la que todavía hoy es alcalde Clavijo y ex alcaldesa perpetua Ana Oramas, es una plaza innegociable. No caerá el pacto regional, seguramente, pero ya se puede ir despidiendo Aurelio Abreu de repetir como vicepresidente en el Cabildo. La incógnita vuelve a estar en la predisposición de Javier Abreu, pero por lo que hemos podido saber de sus posicionamientos ante la Gestora Insular, mucho nos tememos que la cosa está complicada. Lo sabe, por ejemplo, el alcaldable de CC, José Alberto Díaz, que escuchó a Abreu decirle a Héctor Gómez por teléfono, con palabros muy gruesos, que no hay pacto que valga:
- Oye Héctor, que me está diciendo José Alberto Díaz que tú me ibas a pedir que hagamos lo posible por hacerlo alcalde
- Bueno, Javier, ya sabes, en la medida de lo posible, haz lo que puedas por que así sea.
- Mira, Héctor, tú me vas a chupar la po[rompompón] y le dices a todo aquel que te pida lo mismo que también me chupe la po[rompompero]
TVE levanta un Debate con Asier Antona
Escapó por los pelos Asier Antona de salir acribillado en la pequeña pantalla, la de Televisión Española en Canarias el pasado jueves. Asistió el secretario general del PP canario a El Debate, donde tuvo que enfrentarse a las preguntas de varios periodistas, la mayoría de los cuales lo acribilló tras los últimos resultados cosechados por su partido y la ausencia de consecuencias apreciables tras los mismos. El cabreo con el que Antona salió del plató de La Feria del Atlántico, en Las Palmas de Gran Canaria, no se podía disimular, lo que no obstante pareció haber encajado con deportividad democrática recordando, eso sí, algún consejo de su presidente regional, José Manuel Soria, experto en medidas preventivas que eviten que un periodista te someta a un interrogatorio cruel: primero lo vetas, y si aún así te sigue atacando por otro lado, trata de sacarlo del sistema. Pero Antona no es así, o hasta ahora no tenemos constancia de que sea así, aunque se coja tremendos cabreos de vez en cuando. Por eso deberíamos descartar por completo que haya tenido algo que ver con que Televisión Española decidiera a última hora levantar El Debate de su parrilla. Efectivamente, el programa no se emitió a la hora habitual, las once de la noche (más o menos), y por lo que cuenta el director de la cadena en Canarias, Domingo Álvarez, por motivos ajenos al empute de Antona. El programa se empezó a grabar a eso de las cinco de la tarde, cuando todavía no se había oficializado el pacto entre Coalición Canaria y el PP en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, aunque desde por la mañana se intuía ante la renuncia a su acta de concejala de la número uno popular, Cristina Tavío. A las ocho y media ya estaban ofreciendo una rueda de prensa conjunta el alcalde Bermúdez y la portavoz popular, Zaida González, pero los tertulianos de El Debate debían estar ajenos a todo eso. A juicio de Álvarez y del director del programa, Manuel Betancort, emitirlo sin que se abordara una noticia tan decisiva les parecía fuera de lugar por lo que la decisión ha sido repetir la grabación con el mismo invitado (si de deja) y los mismos periodistas (si quieren).
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