El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La urbanización, en el filo de la navaja
No está demostrado en absoluto que Santiago Santana Cazorla engañara a Björn Lyng, ni que se aprovechara de su delicada situación financiera para hacerse con el control de una compañía que tuvo que enfrentarse primero a la moratoria -no precisamente con unas ejemplares mañas-, y luego a la crisis económica mundial, con el ladrillo estallándole en la cara al socio canario, por lo demás convertido en un compañero de viaje de poco fiar. Porque la familia Lyng no quiere continuar con Santana Cazorla, no admira precisamente su estilo de llevar el negocio, de relacionarse con los políticos, de estar en el candelero de una manera tan poco edificante. Prefieren centrar los negocios familiares en Noruega, donde siempre fueron líderes bien considerados hasta que la prensa del lugar publicó el escándalo del caso salmón, tan íntimamente relacionado con el irrefrenable deseo de algunos actores en presencia de hacer viable Anfi Tauro. Aquellas torceduras a la legalidad para alcanzar las autorizaciones a contrapelo no fueron suficientes, y mientras Lyng moría, la empresa se sumía en las decisiones que por su acción de oro hace valer Santana Cazorla. La detención de este empresario en el seno de la operación Góndola comprometió su credibilidad ante la banca, y el estallido de la crisis hizo el resto. La falta de solvencia ha obstaculizado el desarrollo de la urbanización, y la reaparición de deudas ancestrales desatendidas con el descaro marca de la casa colocan a Tauro en el filo de la navaja.
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