De lo que se come, se cría, dice la sabiduría popular. O allí donde fueres, haz lo que vieres, reza en el frontispicio de la sede espiritual del sorianismo canario. Y si resulta que el jefe, en su etapa de presidente del Cabildo, se va de vacaciones a Austria y Noruega en el jet privado del propietario de una instalación turística sobre la que tiene que decidir la administración que preside, pues la tropa no le va a hacer el feo, ¿no? Así se las gasta estos días de asueto el alcalde de Mogán, Paquirrín González, que aunque nunca ha estado ducho en la pesca del salmón en Trondheim, y mucho menos en la ópera de Salzburgo, no se queda atrás a la hora de compartir festejos con los empresarios con los que se roza día a día en su ayuntamiento. A Paquirrín lo tenemos localizado de vacaciones en Turquía, pero el alcalde no está solo: sin saber aún si se han tropezado, como Javier Esquivel y Luis Soria debajo de una megaturbina de Magdeburgo, Paquirrín comparte verano con Santos, el conocido contratista de cabecera del alcalde, el que aparece antológicamente descrito en sus pinchazos policiales dentro de la operación Góndola Dios la acoja en su seno, y al que el plenario del ayuntamiento, por la puerta de atrás, le hizo un reconocimiento de deuda insuperable de 700.000 euros. De esas facturas indescriptibles de Góndola: “Tú pon ahí, que ya yo lo facturo en Arguineguín”. Esú.