El decreto de Alcaldía exime al señor alcalde de ejercer de lo que es por votación popular y herencia de su señor padre hasta el 20 de agosto, que estará tan agustito en esas tierras de allende los confines de la Cristiandad. Góndola, como se sabe en la esquina más escondida de Mogán, empieza a ser papel judicial mojado de tanto manosearlo tantos jueces de ida y me voy de aquí en cuanto pueda. Otra cosa es que ese papel, esas grabaciones antológicas, queden para la historia política, empresarial y mediática de cómo se cocía el pastel público en Canarias durante la bomba de los noventa y el reflujo del cambio de milenio. Tosnillos prietos a un consejero del Gobierno canario incluídos. Pueden estar tranquilos Paquirrín y Santos que los gondoleros ya no los siguen hasta el Bósforo a ver a qué se dedican un contratista y su alcalde de cabecera (¿o es al revés?) en su tiempo libre, pero en cuanto pisen tierra canaria, medio pueblo andará buscándoles para que, en el caso del señor alcalde, presente claritas y bien selladitas las facturas de sus vacaciones, no vaya a darle más trabajo de lo indebido a la Fiscalía Anticorrupción. En un mini-short.