El regreso del Partido Popular al gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria es para muchos la vuelta a la normalidad, la estabilización de esa disfunción que constituye que gobiernen otros. A Urbanismo regresó casi de inmediato José Setién, el amo y señor de esa disciplina de la que otros dan la cara política con todas sus consecuencias. Setién fue recluido en el área de Vivienda con la llegada de los socialistas, y allí dicen que ejerció con una profesionalidad intachable. Es el mismo departamento del que salió escopetada la funcionaria Dolores López, a la que la ex concejala Chani Ruiz denunció en los juzgados por la desaparición de 400.000 euros en unos cheques que ya habían despertado las sospechas de la popular Yolanda Ventura, que alertó sin éxito a ese portento de la política que fue Pepa Luzardo. Lola López pidió entonces una excedencia al conseguir trabajo, naturalmente, como secretaria general de la Asociación de Empresarios de la Construcción. Pero cerrado el paréntesis de gobierno municipal socialista, la funcionaria ha dado por acabada su excedencia y ha reclamado su reincorporación. ¿Y qué ha hecho el señor alcalde, a través de ese fenómeno que es Claudio Guión Alberto Rivero, director de Gobierno de Recursos Humanos y otras gaitas? Pues nada menos que despedir a una trabajadora laboral fija que llevaba prestando servicio a la casa desde hace veinte años.