La pandemia no apaga los incendios: 71 siniestros y más de 2.000 hectáreas de superficie forestal quemada en Canarias en 2020

Un bombero, frente al fuego declarado en Gran Canaria (Imagen de archivo)

Toni Ferrera

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Canarias sufrió el año pasado 71 siniestros forestales (conatos e incendios) y más de 2.000 hectáreas de superficie forestal quemada. Así se desprende del último avance informativo publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que concluye que las Islas sí registraron más quemas que en 2019, pero estas no supusieron un porcentaje alto de terreno abrasado salvo por los grandes incendios de Tasarte (Gran Canaria), en marzo, y Garafía (La Palma), en agosto, que se extendieron algo más de 1.000 y 800 hectáreas respectivamente.

Federico Grillo, jefe de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, resume el año de esta forma: “2019 fue un curso excepcional por el grave incendio de Valleseco. 2020 no se quedó atrás. El de Tasarte quedó un poco camuflado, pero fue un gran incendio en esa zona como hace tiempo que no teníamos. (…) Es verdad que en la fase de confinamiento se paró bastante. Hubo algunos conatos. Pero durante el verano estuvimos como el año anterior”.

Grillo sostiene que Canarias no es una comunidad donde se produzcan muchos siniestros forestales. De hecho, según las cifras del Gobierno, el Archipiélago solo acumuló el 0,92% del total en 2020. El problema es que las Islas se han visto asoladas en varias ocasiones por un único incendio que “te cambia todas las estadísticas”. Ocurrió en 2019, por ejemplo, cuando las llamas de Valleseco arrasaron con más de 8.400 hectáreas de superficie forestal, siendo el más grave de todo el año en España. Y también en 2007, el peor de toda la serie histórica con más de 35.000 hectáreas quemadas entre Gran Canaria y Tenerife. “Aunque pudiéramos pensar que llegamos a 40, 50 o 60 incendios al año, es muy poco en comparación con cualquier otro territorio peninsular o continental”, explica Grillo, quien asegura que ha habido años en los que las quemas prescritas han acumulado más superficie ardida que los propios incendios. “Hay cursos en los que no tenemos ese gran incendio porque lo apagamos todo, y luego hay otros en los que no llegamos porque las llamas son inaccesibles y eso te cambia las cifras”.

Aún así, Grillo cree que esta no es la tónica dominante de los últimos lustros. Es decir, no es que Canarias esté sufriendo más GIF (Grandes Incendios Forestales) que antes, sino que “los poquitos que tenemos tienen un comportamiento mucho más extremo”. Ahora el operativo es más potente, la mano de obra está más cualificada y los recursos son amplios, pero se da lo que Grillo denomina “la paradoja del bombero”: cuanto más bueno eres apagando incendios, más fácil es que se dé uno muy grave. ¿Por qué? “Al final una de las cosas que tienen los incendios es que limpian el terreno. Lo que pasa es que si los apagas el monte se va llenando de vegetación. Y si de repente hay uno que está fuera de capacidad de extinción, como el de Valleseco, es imparable. Te hace lo que no te ha hecho el resto”.

Antiguamente no había cabida para esto. Los incendios se extinguían e incluso se apagaban unos sobre los otros. Ahora, destaca Grillo, eso no ocurre porque hay una política de supresión más completa. “Y como resultado final no deseado es que tenemos estos grandes incendios forestales”, añade.

Las vías para apagar las llamas son dos: extinción y prevención. Dice Grillo que la primera ya ha tocado techo porque la formación, las herramientas y los equipamientos han mejorado. Sin embargo, en la parte de prevención todavía queda mucho por hacer. Canarias cuenta con un plan territorial de Emergencias de Protección Civil (PLATECA) y el Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Incendios Forestales (INFOCA). Pero la intención es seguir mejorando. “Estamos invirtiendo más dinero en eso. No solo en la concienciación de la ciudadanía, sino en la prevención activa mediante el tratamiento del territorio, bien sea con ganaderos y agricultores, o con trincheras que vamos creando donde esperamos los incendios y luego actuamos”.

El Cabildo de Gran Canaria ha apostado, entre otras cosas, por el pastoreo controlado como una de las soluciones a los GIF. “Con la colaboración de pastores de la isla se controlan las cargas de combustibles”, explica la corporación insular en su página web, “y se modifican las estructuras de vegetación, creándose con su actividad, áreas de baja carga muy resistentes a la propagación de incendios”. Por ello el Servicio de Medio Ambiente del Cabildo concede autorizaciones de pastoreo en lugares estratégicos, como los barrancos y las fajas auxiliares de carreteras o pistas, para la prevención de siniestros forestales.

Con todo, Grillo recuerda que el panorama para los próximos años no es bueno. Sobre todo por las condiciones climáticas extremas que está sufriendo el Archipiélago en los últimos años, dejando de lado las temperaturas más suaves y homogéneas y sufriendo cada vez más fenómenos adversos, como ciclones tropicales y tormentas. “Estamos pasando de periodos con olas de calor muy severas a lluvias fuertes con grandes aguaceros. Y ese binomio de incendio y aguacero no es bueno, porque se lleva el suelo y es muy difícil recuperar esos terrenos. Tenemos que seguir trabajando mucho en la prevención”. 

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