Los proyectos de Cuna del Alma y La Tejita, ejemplos de “explotación costera” en un informe nacional de Greenpeace
El macroproyecto de Cuna del Alma, en el Puertito de Adeje, que proyecta la construcción de 3.600 camas turísticas en una de las últimas zonas vírgenes de Tenerife; el Plan Parcial de Hoya Grande, también en Adeje, que prevé un campo de golf y 1.680 plazas más; el hotel de La Tejita, en Granadilla de Abona, el cual ocupa terrenos públicos desde la revisión del deslinde en 2021; o la amenaza del desarrollo turístico en La Aldea de San Nicolás, en Gran Canaria, el municipio más agrícola de la isla.
Estos son algunos de los ejemplos que Greenpeace ha mencionado en su último informe, titulado ‘Destrucción a toda costa: impactos del urbanismo y el cambio climático en el litoral’. La organización ecologista advierte en ese análisis de que se está produciendo una reactivación del “viejo modelo” expansionista en España (también en el Archipiélago). Y que eso se está haciendo “ignorando la realidad de los impactos del cambio climático”.
“La gestión del litoral no está avanzando de forma paralela a esta realidad, acelerando como sería necesario medidas de mitigación y adaptación que reduzcan la vulnerabilidad de la costa y su población”, señala el texto. “En muchas regiones se observan actuaciones en dirección opuesta, con nuevas construcciones que aumentan aún más la superficie urbanizada incluso en zonas de riesgo”.
Greenpeace lamenta que “a pesar de los discursos de sostenibilidad y adaptación”, la urbanización de la costa, la “explotación costera”, como ellos la definen, “no se ha ralentizado”. El informe expone dos ejemplos. Primero, recuerda que recientemente se ha aprobado la tramitación de una modificación de la Ley de Costas que pretende salvar del derribo las pequeñas edificaciones que “forman parte del patrimonio histórico, cultural y paisajístico” del litoral y que están asociadas “a un modo de vida marinero”.
Muchas de esas edificaciones, explica la organización, forman parte del dominio público marítimo-terrestre. Y muchas de ellas se encuentran ahora dentro de esa demarcación porque la crisis climática ha causado la regresión del litoral, ‘comiéndose’ las playas y acercando cada vez más a la ribera del mar cualquier tipo de construcción. “La propia argumentación de la propuesta” lo reseña, destaca Greenpeace, “una muestra más de la falta de visión política ante una realidad cada vez más constatada”.
Por otro lado, la organización ecologista alerta de la “expansión del turismo de lujo” presentado como “un modelo de mayor rentabilidad, menor impacto social y con supuestas medidas de sostenibilidad”. En esa línea, apunta que en lugares donde escasea la disponibilidad de suelo, como en Canarias, han comenzado a emerger proyectos de este estilo, “cuya publicidad se basa en la supuesta búsqueda de la calidad y que persiguen una ‘elitización’ de la experiencia turística hacia rentas de alto nivel”.
El informe recoge múltiples ejemplos por toda España. En Canarias, en concreto, resume los casos de Cuna del Alma, cuyas obras fueron reactivadas el año pasado después de que la promotora sobreviviera a tres expedientes distintos tras la llegada de Coalición Canaria (CC) y el Partido Popular (PP) al poder; la iniciativa Underwater Gardens, un parque costero-marino que pretende ocupar más de diez hectáreas de suelo rústico de protección ambiental en una zona “de elevada sensibilidad ambiental”; o el hotel de La Tejita, ubicado ahora en un espacio “de alto riesgo acumulado” por la subida del nivel del mar, erosión e inundación.
En Fuerteventura, Greenpeace menciona los planes del grupo Hesperia para construir dos hoteles en Corralejo con un total de 800 habitaciones, así como la polémica ampliación de su puerto deportivo. En Lanzarote, el documento recuerda la ingente cantidad de complejos turísticos que continúan operando y que buscan regularizar su situación con el beneplácito de los gobiernos. Y en Gran Canaria se hace alusión del posible desarrollo turístico en La Aldea de San Nicolás, donde se prevén levantar 1.475 plazas hoteleras en un municipio que hace solo diez años contaba con 185 camas.
Todos estas actuaciones nacen a medida que la crisis climática avanza, alarma la organización, incrementando el nivel del mar, cambiando las dinámicas del oleaje y aumentando la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, entre otras cosas. En Canarias, el Gobierno ha identificado 47 zonas “de alto riesgo acumulado” (como La Tejita) por ello.
“Mientras los impactos climáticos nos muestran su crudeza, la administración canaria permite proyectos que recuperan modelos pasados que ya están obsoletos y ponen al límite los ecosistemas costeros que nos protegen”, reflexiona Elvira Jiménez, coordinadora de campañas de Greenpeace.
La asociación ecologista, eso sí, intenta aportar soluciones. Propone medidas basadas en la naturaleza, preservar los tramos de costa virgen que aún quedan en el litoral y la restauración y renaturalización de los ecosistemas marinos y costeros, como la ampliación de espacios dunares o plantación de especies adaptadas a zonas arenosas que permiten estabilizar y proteger playas.
También pide hacer seguimiento de la línea de costa y la recuperación del dominio público marítimo terrestre, el uso de datos y cartografía para reducir la exposición al riesgo y “poner coto” a la turistificación.
Para “aumentar la resiliencia de los destinos de costa y la calidad de vida” de los residentes, Greenpeace ve necesario ir hacia un modelo socioeconómico y de ocupación de suelo que “garantice la vida de los ecosistemas y sus habitantes”. De lo contrario, “el crecimiento continuado de las infraestructuras turísticas seguirá agravando los problemas de masificación, gentrificación y deterioro ecológico que ya se evidencian en el litoral”.
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