El bailarín Ian Garside muestra su trayectoria en su último espectáculo: “El esfuerzo artístico es un viaje de descubrimiento”

El bailarín Ian Garside

Larry Lipton

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Risueño y de constante sonrisa aparece ante mí el enjuto inglés. Se coloca a la perfección, manteniéndose erguido, en posiciones elegantes, perfectas. Su control de lo corporal es envidiable mientras yo lucho por no continuar escurriéndome en la silla. Pese al poco tiempo que lleva hablando español, articula cada palabra perfectamente con un bonito acento canario que apenas deja entrever sus raíces británicas. A los pocos minutos de conversación uno puede darse cuenta de lo inteligente que es y de la calidad humana que envuelve su trabajo. Así lo demuestra en su dilatada trayectoria y concretamente en el trabajo que presenta en el festival MOVE Canarias, con su espectáculo de danza contemporánea y teatro físico titulado Hasta el infinito y más allá, donde lleva a la escena uno de los grandes temas de la humanidad, la muerte, y que se representará el próximo viernes 25 de junio a las 21:15 horas en el Parque de los Álamos de Breña Alta, en lo que será su segunda cita en el festival tras el éxito cosechado en Tenerife.

Se dedica a la danza contemporánea pero sus orígenes son en el teatro clásico, ¿cómo acaba transitando de un mundo al otro?

Cuando era niño empecé con un grupo de teatro que estaba especializado en obras de Shakespeare, pero también nos formamos con muchas más obras contemporáneas. La formación incluía ejercicios de movimiento y teatro físico y esto despertó en mí un interés en la danza. Con 14 o 15 años empecé asistir a clases de danza contemporánea y me enganchó. Hasta los 18 años continué con las dos disciplinas, pero a la edad de entrar en la universidad, tenía que elegir entre seguir con el teatro o la danza. Por motivos varios decidí que la formación en danza me daría una base más completa, y sin duda fue la mejor decisión.

 Su otra pasión es la pedagogía, ¿qué relación encuentra entre su faceta artística y la enseñanza? ¿Qué le aportan estos dos mundos?

 La pedagogía es una oportunidad para poner las teorías a la prueba. A mí me encanta el contexto colaborativo en que tiene que compartir puntos de vista distinto, cuestionado las percepciones. El esfuerzo artístico es un viaje de descubrimiento, de investigar y probar tus gustos y predilecciones, dar forma a tu potencial de expresar y seguir descubriendo lo desconocido. En este sentido, enseñar para mí es la oportunidad de seguir experimentando y funciona como una caja de resonancia a mis propias percepciones y presunciones.

Hasta el infinito y más allá, trabajo con el que acude a MOVE Canarias, es un proyecto que define como danza y teatro físico, ¿qué matices hay entre estas dos disciplinas?

El mundo de la performance lo abarca todo. Yo opino que las definiciones existen para que el público pueda distinguirlas, o para las críticas, o para los órganos que subvencionan las artes. Pero en mi experiencia, cada disciplina contiene elementos de los otros y solo podemos definir una obra a través de la experiencia de verla y vivirla. Cuando empezamos a analizar las definiciones, podemos defender la suposición que todas disciplinas de arte performativo tienen los mismos cimientos: poner algo enfrente de un público para su recepción. Yo defino esta obra como danza - teatro físico porque utilizo mi cuerpo en movimiento para comunicar algo que reconocemos como una expresión teatral.

Además, la pieza explorará la eterna relación de la humanidad con la muerte, abordando uno de los grandes temas existenciales, ¿qué cree que queda por reflexionar en torno a este tema?

Para mí es un tema que evitamos en nuestra cultura, hablando como inglés, pero también basándome en mi experiencia en los países y culturas en los que he vivido. Como la vida, la civilización humana, la naturaleza del mundo físico es cíclico y todavía irresoluto, creo que deberíamos reflexionar constantemente, en esto como en muchas otras cosas. No creo que sea un tema que se haya resuelto. Al contrario, estamos tan preocupados con “este” desconocido que luchamos hasta la muerte, tanto metafóricamente como físicamente, para defender nuestro derecho de vivir y morir como queremos. Si la humanidad ya lo hubiera resuelto, creo que estaríamos libres de la injusticia que vemos que aún nos rodea. Y por eso creo que queda mucho por reflexionar...

 ¿Vive quizás nuestra sociedad de espaldas a la muerte?

 En general creo que sí. En la práctica y a nivel emocional la enterramos fuera de la vista y la consciencia. El uso de estas palabras es irónico...

 ¿Cómo ha sido el reto de abordar un trabajo de esta envergadura? ¿Con qué elementos ha contado para la investigación artística?

Para mí la muerte siempre ha sido un reto emocionalmente, conceptualmente y en la práctica, y es algo que creo que va a acompañarme hasta mi final. Con la situación actual en el mundo también, quería enfrentarme a este tema para esta obra. Ha sido un proceso muy catártico y me ha hecho pensar en el valor del arte y las actividades culturales para la gente que no proviene de una vida artística. Aunque es un tema difícil de abordar, creo que tiene un gran valor para la humanidad.

 Elementos con los que he contado: mi cuerpo y su capacidad de trasladar sensaciones, emociones, pensamientos a través del movimiento. La escucha y la paciencia de seguir la incomodidad o la extrañeza. La observación de mí mismo y de los demás. La reflexión sobre comportamientos y formas de ser. Y muchos otros materiales e influencias que tenían sentido para mi en el proceso pero no tienen una relevancia sobre lo que el público va a ver en el escenario.

 ¿Cree que las propuestas contemporáneas como esta tienen espacio entre el público en la actualidad? ¿Cómo piensa que conectan con el público?

 Absolutamente sí, o al menos espero que podamos valorar y encontrar el espacio para proponerlas al público. Por eso agradezco mucho a los festivales como este que apoyan este tipo de propuestas.

 Creo que conecta con el público en la manera de ofrecer una vía de escape de la vida diaria, un espacio de imaginación, fantasía o extrañeza. Conecta porque nos hace sentir algo, nos hace cuestionar lo que hemos visto, nos hace dudar o preguntar, fomentar nuestros gustos… en ese sentido creo que sí conecta con algo.

 Aunque usted es de Reino Unido, reside en Gran Canaria de forma habitual ¿cómo es su relación con Canarias? ¿Qué ha encontrado aquí que enriquece su labor como creador?

Me mude a Canarias con mi mujer, que es nativa, y mi relación con el archipiélago está creciendo poco a poco. He tenido la oportunidad de trabajar con algunos artistas maravillosos, colaborar con el Centro Coreográfico de La Gomera, también de dar talleres a gente muy amable e interesada del sector profesional y amateur. Esto ha enriquecido mi motivación de involucrarme más aquí y empezar a crear y compartir mi labor. También el espíritu de disfrutar y bromear que he encontrado en Canarias, es una fuente de inspiración enorme.

 Vivimos tiempos complejos y convulsos, ¿qué piensa que aporta la cultura en toda esta situación?

 La cultura tiene la potencia de hacernos repensar lo que suponemos. Nos da la oportunidad de no caer en prejuicios e intolerancia.

 ¿En qué proyectos de futuro trabaja Ian Garside actualmente?

 Espero seguir con este proyecto Hasta el infinito y más allá, y las actividades pedagógicas paralelas, al menos durante 2022. Este verano mi plan es grabar un cortometraje basado en la versión escénica, pero tratándolo como una obra distinta. También estaré trabajando como intérprete con la coreógrafa Mey-Ling Bisogno para una obra que se llama Cómeme otra vez que desarrollaremos en el Centro Coreográfico de la Gomera en julio y a la semana siguiente en Gran Canaria. Aparte de eso, estoy empezando a pensar en un dúo con una bailarina canaria que viene de la danza clásica para finales de 2021. También algunas ideas de cortometraje de la danza en espacios urbanos, para 2022. Y si el mundo me permite, me encantaría volver a viajar un poquito para impartir clases y talleres en Europa, ¡y más allá!

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